CRUCE DE DESTINOS - Cap. 3º / UNA FUSIÓN
El proyecto de la cafetería recibió el visto bueno de la Junta Directiva y estaba en marcha con el beneplácito de Clive, que cada vez contaba más con la opinión de Christine puesto que era muy competente en su trabajo.
Estaban tratando de fusionar a una pequeña empresa que pasaba por momentos de apuros. Su dueño ya era mayor, pensaba en la jubilación y no tenía hijos en quién depositar su confianza. Se pusieron en contacto con Hutchinsons e Hijos y acordaron que pasase a formar parte del emporio de las inmobiliarias.
La pequeña empresa estaba en Providence , Estados Unidos, y hasta allí tenía que viajar Mathew para ultimar los preparativos del cierre del negocio.
Cosa extraña en él, bajó hasta la planta donde su hermano tenía su despacho. Hacía mucho tiempo desde que bajara la última vez. Instintivamente buscó con la mirada el cartel que anunciaba que Christine May tenía ahí su punto de trabajo. Una vez localizado, se dirigió al despacho de Clive.Estuvieron intercambiando opiniones y acordaron que Christine debía viajar con él para estudiar el tema de los empleados de la nueva empresa, para igualarles al resto de las demás filiales.
A Clive no le agradó mucho la idea de que su ayudante más eficaz estuviera varios días ausente, máxime cuando las obras de la cafetería estaban a punto de finalizar.
.-No te preocupes, cuando estén acabadas ya estaremos aqui. Se hará la inauguración con todos juntos, como en la guardería, no te preocupes
- Es que no veo la necesidad de que vaya Christine a Boston, francamente lo encuentro absurdo
- No, no lo es. Tenemos que ver la forma de organizar si hacen falta guardería, cafetería o comedor, o cualquier otra asistencia a los empleados, y nadie mejor que ella para organizarlo todo. Estaremos fuera máximo tres o cuatro días, nada más.
A regañadientes Clive aceptó, viendo que por un lado era razonable lo que su hermano le exponía. Christine se había convertido en su mano derecha y contaba con su opinión absolutamente para todo. Recordó su primera entrevista de hacía casi un año y lo rápido que había escalado en la empresa
-Es muy eficiente, es muy competente, pensó para sus adentros
-Cualquiera que leyera mi pensamiento pensaría que estoy interesado en ella, y no. No en ese sentido, yo estoy interesado en otra chica totalmente ajena a esta empresa, pero me hubiera gustado tener una hermana con su misma inteligencia. Sería curioso tener dos hermanos tan inteligentes como Mathew y ella. Todo el día discutiendo a ver quién hace los proyectos más arriesgados, mejor valorados, etc. etc.
Sonrió, pensando que él sería un espectador divertido, mientras que los otros dos se pasarían todo el día discutiendo.
-Ambos tienen el mismo carácter, muy fuerte. No estaría mal....
Un pensamiento cruzó por su cabeza, pero al mismo tiempo moviéndola se dijo
-No, eso es impensable. A Mathew le vendría bien, pero... es imposible. Christine posiblemente tendrá novio. Es preciosa y muy inteligente. Es curioso nunca hemos hablado de temas privados, claro que no es normal que un jefe hable con una empleada de sus sentimientos. Pero, yo creo que a Mathew no le es del todo indiferente. Le haría tanto bien que tuviera novia, que de nuevo se enamorara y dejara atrás los fantasmas del pasado....¡ Pobre ! qué mala suerte tuvo, era su primer y único amor. Le ha marcado de por vida y es difícil que vuelva a enamorarse. Lo necesita como ni el mismo se imagina. Tiene derecho a ser feliz, es tan buena persona....
Dejó sus reflexiones y se dispuso a contactar con Christine para comunicarle que en un par de días habría de viajar a Boston.
A Christine no le entusiasmó la idea de tener que viajar con Mathew. Le intimidaba, la dejaba con la mente en blanco, sin saber qué decir ni de qué hablar. La forma que tenía de mirarla, de observarla la ponía muy nerviosa. Parecía que la estuviera observando para pillarla en algún renuncio y echarla una bronca.
- Es extraño que piense así, nunca he cruzado poco más que media docena de palabras con él. Pero no me imagino un viaje tan largo, tantas horas, con una persona de la que no tienes nada en común, con la que no sabes de qué hablar. No me apetece nada, pero nada, nada. Y lo peor es que no tengo más remedio, es mi trabajo.
Embarcaron muy temprano en primera clase . Tenian los asientos contiguos. Mathew ese día estaba más ceñudo que nunca y Christine más nerviosa que de costumbre. En el despegue él le preguntó
-¿Tiene miedo?
-¡Oh, no ! me agrada viajar en avión. No me asusta en absoluto, ni tampoco me mareo, por si le preocupa
-¿Por qué había de preocuparme? Quién lo iba a pasar mal es usted, no yo
-Claro, tiene razón. Lo dije porque es bastante desagradable viajar con una persona al lado y se pase medio viaje vomitando, aunque sea en una bolsita.
Ella le contestó casi enfadada y decidió que sería insoportable todas esas horas tratando de guardar una compostura que estaba muy lejos de tener.
-Mejor me voy al bar con el ordenador. Al menos así no tendré que hablar con él. O qué hago ¿ me duermo?. No eso lo dejaré para más tarde, cuando ya no tenga excusa para estar con el ordenador.
-Perdón, dijo, y saliendo por el pasillo se dirigió al bar.
Allí se puso a repasar todos los datos que tenía sobre la situación de la empresa de la que se iban a hacer cargo. Los planos del edificio, si había lugar para todas las reformas que querían hacer, etc. El caso era pasar el tiempo y no tener que regresar a su asiento junto a Mathew.
Se enfrascó en el trabajo y de soslayo vió una figura que pasaba junto a ella y se sentaba un poco más allá, pero ni siquiera se entretuvo en ver quién era. Se sintió muy interesada en lo que estaba haciendo; sería importante todo los planes que tenía para realizar y esperaba poder llevarlos a cabo. Hacía calor, o al menos ella lo tenía. Llevaba el cabello suelto y la estaba sofocando con lo que decidió levantárselo hacia arriba sujetándolo con un bolígrafo a modo de postizo.
La persona que había pasado anteriormente no era otro que Mathew, sentado detrás de ella. Al observar el gesto que hacía con su cabello, le resultó gracioso y sonrió
-Es muy original esta chica...
Ella enfrascada como estaba en su trabajo no se daba cuenta de lo que ocurría a su alrededor. Algo se le había pasado por alto y no sabía qué era. Levantó la vista de su computadora y empezó a pasear la mirada por la estancia como buscando aquello que se le escapaba. Al pasar la mirada hacia atrás se cruzó con la mirada de Mathew y en ese momento él levantó un vaso de whisky que estaba tomando, a modo de brindis al tiempo que le sonreía. A él le había hecho gracia la forma en que habia recogido su cabello y por eso le lanzó una sonrisa .Ella le miró sin saber muy bien si el brindis lo hacía por alguien más y miró a su alrededor, al comprobar que no había nadie, le devolvió la sonrisa y continuó con lo que estaba haciendo.
-Este hombre me pone muy, muy nerviosa. Es todo lo que dijo para sus adentros.
Llegaron al hotel y se hicieron cargo de sus habitaciones. Eran espaciosas y de lujo. Christine salió a la terraza y miró las bellas vistas que tenía frente así. Sonrió complacida al tiempo que entraba de nuevo en la habitación. Abrió la maleta y poco a poco con lentitud empezó a colocar la ropa en el armario. Su cabeza no paraba de pensar.
-Por Dios, que se vaya a conocer Providence, o a cenar con el señor de la fusión, o se acueste, o que haga lo que le de la gana, pero por favor, que no me invite a cenar. No sabría de qué hablar a dónde mirar. Siempre te está escudriñando, siempre está observando. ¿ Qué mirará tanto?
Sonó el teléfono interior y una voz conocida la sobresaltó, pues justo es lo que momentos antes había temido.
-Christine, ¿ está instalada?
-Sr. Mathew, si ya me he instalado ¿desea algo?
-Entonces cambiese de ropa y la espero en el vestíbulo iremos a cenar y después buscaremos un lugar tranquilo donde oir música y charlar sobre la reunión de mañana. ¿ Le parece?
Estaba tan seguro de sí mismo, que hasta su voz sonaba diferente, como más alegre. Ella se quedó desconcertada
-Bien, me parece bien. ¿ A qué hora quedamos?
-Ya, conestó él
-¿Cuánto tiempo necesita para arreglarse?
-¿Media hora?
-Bien, le espero en la cafetería. ¡ Ah! póngase guapa, aunque no necesita recomendaciones. Usted ya lo es.
Se quedó boquiabierta. Se había fijado en ella, la había llamado bonita.
- ¡ Es toda una novedad ! ¡ Me ha llamado guapa ! Ja,ja,ja ¡ está loco !¿ Qué me pongo? Lo mejor un traje negro, con ese color nunca se falla. Si es de alto copete la cena con el vestido negro iré muy bien y si no lo es, también.
Media hora más tarde, puntual a su cita, Christine entró en la cafeteria del hotel. Se dejó el cabello suelto y bien peinado; se había maquillado cuidadosamente, pero no en exceso
-Estoy realmente guapa, se dijo mirándose al espejo.
Como colofón se había perfumado con su aroma preferido, ligeramente en el cuello y en las muñecas. Apenas unas gotas. Sonrió y se dirigió al ascensor para su cita
La cena transcurrió relajada por parte de Mathew, algo más nerviosa Christine, pues la desconcertaba aquel hombre que de repente se volvió simpático y le contaba anécdotas de su época de estudiante, sin mencionar para nada a Margaret, como era de esperar. La conversación giró entorno a la fusión; a los postres él le preguntó sus preferencias sobre literatura, música, cine, en fin. sobre sus gustos. Se notaba que quería indagar sobre su vida privada, y de repente le preguntó
-Y su novio ¿ qué opina de la clase de trabajo que tiene?
A ella esa pregunta la pilló desprevenida y no sabía muy bien por qué ¿ Para entablar conversación, ya no tenía temas para hablar con ella?
-¿Mi novio?, oh no, no tengo novio. Pero si lo tuviera seguiría con mi trabajo. Me gusta mucho y soy persona que no admite imposiciones. Si acaso algún día tengo pareja, habrá de respetar tanto mi trabajo como mis amistades. No me gustan los aislamientos. Se puede amar a una persona y tener sus propios criterios, ¿ no cree?
-Si, es cierto. Tiene razón; uno no debe involucrarse demasiado en una relación fija, puede jugarte una mala pasada. Es mejor ser libre, sin ataduras.
El silencio entre ellos se podía cortar. En ese momento llamó al camarero y le extendió la tarjeta para abonar la cena.
-¿ Nos vamos, o está cansada?
Ella comprendió que el terreno estaba resbaladizo y se disculpó alegando que al haber madrugado mucho prefería ir a dormir para mañana estar más despejada.
-Como desee. Entonces nos veremos mañana. La acompaño hasta su habitación, yo me quedaré un rato más.
Subieron en el ascensor sin pronunciar palabra. Al llegar a la puerta de la habitación Christine se volvió hacia él y le dijo
-Buenas noches Sr. Hutchinsons, ha sido una velada deliciosa. Muchas gracias, hasta mañana. ¿A qué hora he de estar lista?
-A las nueve estaría bien.Buenas noches Christine, que descanse.
Ella entró en su habitación y él volvió a bajar a cafetería, pero no tardaría mucho en subir, no estaba a gusto
-El viaje, es muy pesado. Argulló en su descargo.
- Es extraño que piense así, nunca he cruzado poco más que media docena de palabras con él. Pero no me imagino un viaje tan largo, tantas horas, con una persona de la que no tienes nada en común, con la que no sabes de qué hablar. No me apetece nada, pero nada, nada. Y lo peor es que no tengo más remedio, es mi trabajo.
Embarcaron muy temprano en primera clase . Tenian los asientos contiguos. Mathew ese día estaba más ceñudo que nunca y Christine más nerviosa que de costumbre. En el despegue él le preguntó
-¿Tiene miedo?
-¡Oh, no ! me agrada viajar en avión. No me asusta en absoluto, ni tampoco me mareo, por si le preocupa
-¿Por qué había de preocuparme? Quién lo iba a pasar mal es usted, no yo
-Claro, tiene razón. Lo dije porque es bastante desagradable viajar con una persona al lado y se pase medio viaje vomitando, aunque sea en una bolsita.
Ella le contestó casi enfadada y decidió que sería insoportable todas esas horas tratando de guardar una compostura que estaba muy lejos de tener.
-Mejor me voy al bar con el ordenador. Al menos así no tendré que hablar con él. O qué hago ¿ me duermo?. No eso lo dejaré para más tarde, cuando ya no tenga excusa para estar con el ordenador.
-Perdón, dijo, y saliendo por el pasillo se dirigió al bar.
Allí se puso a repasar todos los datos que tenía sobre la situación de la empresa de la que se iban a hacer cargo. Los planos del edificio, si había lugar para todas las reformas que querían hacer, etc. El caso era pasar el tiempo y no tener que regresar a su asiento junto a Mathew.
Se enfrascó en el trabajo y de soslayo vió una figura que pasaba junto a ella y se sentaba un poco más allá, pero ni siquiera se entretuvo en ver quién era. Se sintió muy interesada en lo que estaba haciendo; sería importante todo los planes que tenía para realizar y esperaba poder llevarlos a cabo. Hacía calor, o al menos ella lo tenía. Llevaba el cabello suelto y la estaba sofocando con lo que decidió levantárselo hacia arriba sujetándolo con un bolígrafo a modo de postizo.
La persona que había pasado anteriormente no era otro que Mathew, sentado detrás de ella. Al observar el gesto que hacía con su cabello, le resultó gracioso y sonrió
-Es muy original esta chica...
Ella enfrascada como estaba en su trabajo no se daba cuenta de lo que ocurría a su alrededor. Algo se le había pasado por alto y no sabía qué era. Levantó la vista de su computadora y empezó a pasear la mirada por la estancia como buscando aquello que se le escapaba. Al pasar la mirada hacia atrás se cruzó con la mirada de Mathew y en ese momento él levantó un vaso de whisky que estaba tomando, a modo de brindis al tiempo que le sonreía. A él le había hecho gracia la forma en que habia recogido su cabello y por eso le lanzó una sonrisa .Ella le miró sin saber muy bien si el brindis lo hacía por alguien más y miró a su alrededor, al comprobar que no había nadie, le devolvió la sonrisa y continuó con lo que estaba haciendo.
-Este hombre me pone muy, muy nerviosa. Es todo lo que dijo para sus adentros.
Llegaron al hotel y se hicieron cargo de sus habitaciones. Eran espaciosas y de lujo. Christine salió a la terraza y miró las bellas vistas que tenía frente así. Sonrió complacida al tiempo que entraba de nuevo en la habitación. Abrió la maleta y poco a poco con lentitud empezó a colocar la ropa en el armario. Su cabeza no paraba de pensar.
-Por Dios, que se vaya a conocer Providence, o a cenar con el señor de la fusión, o se acueste, o que haga lo que le de la gana, pero por favor, que no me invite a cenar. No sabría de qué hablar a dónde mirar. Siempre te está escudriñando, siempre está observando. ¿ Qué mirará tanto?
Sonó el teléfono interior y una voz conocida la sobresaltó, pues justo es lo que momentos antes había temido.
-Christine, ¿ está instalada?
-Sr. Mathew, si ya me he instalado ¿desea algo?
-Entonces cambiese de ropa y la espero en el vestíbulo iremos a cenar y después buscaremos un lugar tranquilo donde oir música y charlar sobre la reunión de mañana. ¿ Le parece?
Estaba tan seguro de sí mismo, que hasta su voz sonaba diferente, como más alegre. Ella se quedó desconcertada
-Bien, me parece bien. ¿ A qué hora quedamos?
-Ya, conestó él
-¿Cuánto tiempo necesita para arreglarse?
-¿Media hora?
-Bien, le espero en la cafetería. ¡ Ah! póngase guapa, aunque no necesita recomendaciones. Usted ya lo es.
Se quedó boquiabierta. Se había fijado en ella, la había llamado bonita.
- ¡ Es toda una novedad ! ¡ Me ha llamado guapa ! Ja,ja,ja ¡ está loco !¿ Qué me pongo? Lo mejor un traje negro, con ese color nunca se falla. Si es de alto copete la cena con el vestido negro iré muy bien y si no lo es, también.
Media hora más tarde, puntual a su cita, Christine entró en la cafeteria del hotel. Se dejó el cabello suelto y bien peinado; se había maquillado cuidadosamente, pero no en exceso
-Estoy realmente guapa, se dijo mirándose al espejo.
Como colofón se había perfumado con su aroma preferido, ligeramente en el cuello y en las muñecas. Apenas unas gotas. Sonrió y se dirigió al ascensor para su cita
La cena transcurrió relajada por parte de Mathew, algo más nerviosa Christine, pues la desconcertaba aquel hombre que de repente se volvió simpático y le contaba anécdotas de su época de estudiante, sin mencionar para nada a Margaret, como era de esperar. La conversación giró entorno a la fusión; a los postres él le preguntó sus preferencias sobre literatura, música, cine, en fin. sobre sus gustos. Se notaba que quería indagar sobre su vida privada, y de repente le preguntó
-Y su novio ¿ qué opina de la clase de trabajo que tiene?
A ella esa pregunta la pilló desprevenida y no sabía muy bien por qué ¿ Para entablar conversación, ya no tenía temas para hablar con ella?
-¿Mi novio?, oh no, no tengo novio. Pero si lo tuviera seguiría con mi trabajo. Me gusta mucho y soy persona que no admite imposiciones. Si acaso algún día tengo pareja, habrá de respetar tanto mi trabajo como mis amistades. No me gustan los aislamientos. Se puede amar a una persona y tener sus propios criterios, ¿ no cree?
-Si, es cierto. Tiene razón; uno no debe involucrarse demasiado en una relación fija, puede jugarte una mala pasada. Es mejor ser libre, sin ataduras.
El silencio entre ellos se podía cortar. En ese momento llamó al camarero y le extendió la tarjeta para abonar la cena.
-¿ Nos vamos, o está cansada?
Embarcaron muy temprano en primera clase . Tenian los asientos contiguos. Mathew ese día estaba más ceñudo que nunca y Christine más nerviosa que de costumbre. En el despegue él le preguntó
-¿Tiene miedo?
-¡Oh, no ! me agrada viajar en avión. No me asusta en absoluto, ni tampoco me mareo, por si le preocupa
-¿Por qué había de preocuparme? Quién lo iba a pasar mal es usted, no yo
-Claro, tiene razón. Lo dije porque es bastante desagradable viajar con una persona al lado y se pase medio viaje vomitando, aunque sea en una bolsita.
Ella le contestó casi enfadada y decidió que sería insoportable todas esas horas tratando de guardar una compostura que estaba muy lejos de tener.
-Mejor me voy al bar con el ordenador. Al menos así no tendré que hablar con él. O qué hago ¿ me duermo?. No eso lo dejaré para más tarde, cuando ya no tenga excusa para estar con el ordenador.
-Perdón, dijo, y saliendo por el pasillo se dirigió al bar.
Allí se puso a repasar todos los datos que tenía sobre la situación de la empresa de la que se iban a hacer cargo. Los planos del edificio, si había lugar para todas las reformas que querían hacer, etc. El caso era pasar el tiempo y no tener que regresar a su asiento junto a Mathew.
Se enfrascó en el trabajo y de soslayo vió una figura que pasaba junto a ella y se sentaba un poco más allá, pero ni siquiera se entretuvo en ver quién era. Se sintió muy interesada en lo que estaba haciendo; sería importante todo los planes que tenía para realizar y esperaba poder llevarlos a cabo. Hacía calor, o al menos ella lo tenía. Llevaba el cabello suelto y la estaba sofocando con lo que decidió levantárselo hacia arriba sujetándolo con un bolígrafo a modo de postizo.
La persona que había pasado anteriormente no era otro que Mathew, sentado detrás de ella. Al observar el gesto que hacía con su cabello, le resultó gracioso y sonrió
-Es muy original esta chica...
Ella enfrascada como estaba en su trabajo no se daba cuenta de lo que ocurría a su alrededor. Algo se le había pasado por alto y no sabía qué era. Levantó la vista de su computadora y empezó a pasear la mirada por la estancia como buscando aquello que se le escapaba. Al pasar la mirada hacia atrás se cruzó con la mirada de Mathew y en ese momento él levantó un vaso de whisky que estaba tomando, a modo de brindis al tiempo que le sonreía. A él le había hecho gracia la forma en que habia recogido su cabello y por eso le lanzó una sonrisa .Ella le miró sin saber muy bien si el brindis lo hacía por alguien más y miró a su alrededor, al comprobar que no había nadie, le devolvió la sonrisa y continuó con lo que estaba haciendo.
-Este hombre me pone muy, muy nerviosa. Es todo lo que dijo para sus adentros.
Llegaron al hotel y se hicieron cargo de sus habitaciones. Eran espaciosas y de lujo. Christine salió a la terraza y miró las bellas vistas que tenía frente así. Sonrió complacida al tiempo que entraba de nuevo en la habitación. Abrió la maleta y poco a poco con lentitud empezó a colocar la ropa en el armario. Su cabeza no paraba de pensar.
-Por Dios, que se vaya a conocer Providence, o a cenar con el señor de la fusión, o se acueste, o que haga lo que le de la gana, pero por favor, que no me invite a cenar. No sabría de qué hablar a dónde mirar. Siempre te está escudriñando, siempre está observando. ¿ Qué mirará tanto?
Sonó el teléfono interior y una voz conocida la sobresaltó, pues justo es lo que momentos antes había temido.
-Christine, ¿ está instalada?
-Sr. Mathew, si ya me he instalado ¿desea algo?
-Entonces cambiese de ropa y la espero en el vestíbulo iremos a cenar y después buscaremos un lugar tranquilo donde oir música y charlar sobre la reunión de mañana. ¿ Le parece?
Estaba tan seguro de sí mismo, que hasta su voz sonaba diferente, como más alegre. Ella se quedó desconcertada
-Bien, me parece bien. ¿ A qué hora quedamos?
-Ya, conestó él
-¿Cuánto tiempo necesita para arreglarse?
-¿Media hora?
-Bien, le espero en la cafetería. ¡ Ah! póngase guapa, aunque no necesita recomendaciones. Usted ya lo es.
Se quedó boquiabierta. Se había fijado en ella, la había llamado bonita.
- ¡ Es toda una novedad ! ¡ Me ha llamado guapa ! Ja,ja,ja ¡ está loco !¿ Qué me pongo? Lo mejor un traje negro, con ese color nunca se falla. Si es de alto copete la cena con el vestido negro iré muy bien y si no lo es, también.
Media hora más tarde, puntual a su cita, Christine entró en la cafeteria del hotel. Se dejó el cabello suelto y bien peinado; se había maquillado cuidadosamente, pero no en exceso
-Estoy realmente guapa, se dijo mirándose al espejo.
Como colofón se había perfumado con su aroma preferido, ligeramente en el cuello y en las muñecas. Apenas unas gotas. Sonrió y se dirigió al ascensor para su cita
La cena transcurrió relajada por parte de Mathew, algo más nerviosa Christine, pues la desconcertaba aquel hombre que de repente se volvió simpático y le contaba anécdotas de su época de estudiante, sin mencionar para nada a Margaret, como era de esperar. La conversación giró entorno a la fusión; a los postres él le preguntó sus preferencias sobre literatura, música, cine, en fin. sobre sus gustos. Se notaba que quería indagar sobre su vida privada, y de repente le preguntó
-Y su novio ¿ qué opina de la clase de trabajo que tiene?
A ella esa pregunta la pilló desprevenida y no sabía muy bien por qué ¿ Para entablar conversación, ya no tenía temas para hablar con ella?
-¿Mi novio?, oh no, no tengo novio. Pero si lo tuviera seguiría con mi trabajo. Me gusta mucho y soy persona que no admite imposiciones. Si acaso algún día tengo pareja, habrá de respetar tanto mi trabajo como mis amistades. No me gustan los aislamientos. Se puede amar a una persona y tener sus propios criterios, ¿ no cree?
-Si, es cierto. Tiene razón; uno no debe involucrarse demasiado en una relación fija, puede jugarte una mala pasada. Es mejor ser libre, sin ataduras.
El silencio entre ellos se podía cortar. En ese momento llamó al camarero y le extendió la tarjeta para abonar la cena.
-¿ Nos vamos, o está cansada?
A la hora señalada, Christine bajo al vestíbulo para reunirse con su jefe. Mathew ya estaba esperándola a pesar de ser temprano. Ambos se dirigieron a la cafetería con el fin de tomar su desayuno antes de comenzar el trabajo. A continuación llamaron a un taxi y pusieron rumbo al lugar acordado para cerrar la fusión.
Mathew se reunió con los directivos de la empresa para ultimar todos los detalles junto con el Notario; Christine con un plano del edificio en la mano y acompañado por un empleado, recorrió planta por planta el edificio para estudiar los cambios a realizar en las oficinas.
Tomó notas, sacó planos y a las doce del mediodía dió por terminada su labor. Ya poseia todos los detalles para la transformación y estaba contenta: tenía muchas posibilidades.
Miró el reloj. En vista de que Mathew aún seguía con el papeleo, a fin de no interrumpir, le hizo llegar una nota en la que le manifestaba que regresaba al hotel, dado que había terminado con su parte.
Salió a la calle y le apeteció, puesto que era temprano, conocer algo más que el hotel de aquella ciudad no muy grande, pero acogedora. Paró un taxi que le condujo al centro y allí paseó, miró escaparates de algunas tiendas, realizó compras y comió frugalmene en una cafetería.
Se le había pasado el día sin sentir. A las siete decidió que ya era hora de regresar al hotel. Estaba cansada de tanto pasear, pero muy contenta.
Al entrar en el mostrador de recepción, una mano fuerte la sujetó por el brazo llamando su atención.
-¡ Vaya !, menudo paseo ha dado.
-¡ Sr. Hutchinsons !, si . Lo he pasado muy bien. Esta ciudad es muy bonita y se puede llegar a cualquier sitio andando. Es justo la medida para tenerlo todo a mano sin necesidad de tomar un coche. Y le sonrió
-¿Fué bien su exploración?
-Estupendamente. He quedado muy satisfecha. Es un edificio con muchas posibilidades para la idea que nosotros tenemos, pero las reformas han de ser grandes. Está todo un poco anticuado. He sacado planos y he realizado apuntes para que no se olvide ningún detalle.
Ella le tendió la agenda en donde había anotado detalladamente todos los apuntes. El miró con curiosidad y al fin aprobó lo allí apuntado, esbozando una sonrisa
- Es usted muy detallista, me agrada esa forma de trabajar. Es la única manera de que luego no haya fallos.
Bien, ¿ qué le parece si vamos a celebrarlo con una buena cena? Yo también estoy satisfecho con la fusión. Ha sido una gestión fácil y económicamente rentable, pues he conseguido que rebajen una cantidad sustanciosa. Expuse el argumento de la reforma, y veo que no me he equivocado ¿ Le apetece el plan?
-Pues si, creo que nos hemos ganado una pequeña celebración. De acuerdo, pero discúlpeme tengo que arreglarme un poco; tardaré lo menos posible, lo prometo. En menos de una hora estaré lista.
-¿Una hora, qué piensa hacerse?
-¡ Ah ! darme una ducha, vestirme y maquillarme un poco.Estoy hecha un desastre. Y rió suavemente.
-De acuerdo. Le espero en cafetería.
La llevó a un bonito restaurante cerca de un puente . Romántico y agradable. La cena fué bien, brindaron por el éxito alcanzado con una botella de champán que casi bebieron en su totalidad.
Mathew estaba c ontento, muy contento. Hablaba mucho, contaba chistes y estaba ocurrente y simpático
-¡Dios mio ! ¿qué le habrá pasado que está tan exultante? No parece el mismo. Sin duda es que nos hemos pasado con el vino de la cena y el champán. Sonrió para sus adentros
La noche era preciosa, templada , con una preciosa luna llena en el cielo en el que las estrellas brillaban como hacía mucho tiempo ella no había visto.
De repente se dió cuenta de que en toda la noche había estado nerviosa. Sin duda se debía a la actitud de él; ¿ ya no la intimidaba, o era obra del champán?
-¿ De qué te ries?, le dijo Mathew
- ¡ Oh, de nada ! Pensaba en cómo puede variar todo...
- ¿ El qué ?
-¡ Todo!. Simplemente una copa de vino de la que uno no está acostumbrado a tomar y todo lo ves de distinta forma. Yo no estoy acostumbrada a beber y diría que se me ha subido a la cabeza.
De repente ella se dió cuenta de que por primera vez, Mathew la había tuteado. No es que fuera algo extraordinario entre personas que han trabajado juntas, pero en él si lo era.
-¿Vamos paseando hasta el hotel?, la preguntó Mathew
-Desde luego, me apetece muchísimo. Hace una noche muy bonita.
Apenas habian andado unos pasos cuando Mathew se detuvo y girándola de un brazo hacia él, puso una mano en su nuca acercando su rostro y depositó un beso en los labios de ella.
Se miraron largamente a los ojos, sin decir nada. Quizás ambos sorprendidos por lo que acababa de ocurrir
-¿ Por qué ha hecho esto ?, preguntó ella
-Estás muy bonita esta noche, nos ha salido todo bien, estoy contento y además me ha apetecido¿ Te ha molestado?
Ella no supo qué contestar. No, ni mucho menos le había molestado, pero se extrañó de que el huraño Mathew, procediera de este modo
-¿Tendría esta costumbre, besaría a las chicas cada vez que le salen las cosas bien? Pues debe estar todo el día besando, porque otra cosa no tendrá pero, ojo para los negocios ya lo creo que tiene.
Algo en su interior la decía que no era por el éxito de la fusión. Al mirarse fijamente, había observado una luz muy especial en los ojos de Mathew, pero el recuerdo de Margaret acudió a su memoria y moviendo ligeramente la cabeza, oyó que él la había hecho una pregunta que no había respondido.
-¿Qué ha ocurrido? De repente te has puesto muy seria, y le dió un beso de nuevo, pero esta vez en la mejilla
Ella de nuevo aceptó la caricia y su corazón empezó a darle golpetazos dentro del pecho, a la vez que unas cosquillas bajaban y subían por su estómago.
- No, no es posible ¡ Me ha gustado !. Eso significa que....¡ Oh no ! se trata de mi jefe, pero es tan guapo ...
Mathew estaba ajeno a los pensamientos de Christine y sin darse cuenta rodeó con su brazo la cintura de ella, a modo de guía. Lentamente había llegado al hotel, pero algo había cambiado entre los dos, aunque no supieran muy bien a qué era debido. Ambos estaban un poco desconcertados.
Tomaron el ascensor y se dirigieron a sus habitaciones. Al pasar delante de la habitación de Mathew, éste abrió la puerta y tirando suavemente de la mano de ella la introdujo dentro.
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