VIVIR LA VIDA - Capítulo 1º / MARITA
Teresa y Alberto, pertenecian a la alta burguesía de Madrid de los años cincuenta, no tanto por su cultura y formación sino por los pingües negocios de estraperlo que Alberto había conseguido en la postguerra y en algunas operaciones en bolsa que le habían proporcionado altos beneficios. Habián contraido matrimonio hacía ya diez años durante los cuales Teresa había tenido dos abortos, pero a la tercera había quedado embarazada. Entretando, Alberto había alcanzado una gran posición como consejero de un importante banco, no tanto por sus conocimientos financieros, como por el dinero aportado a las cuentas de la entidad. Teresa como todas las mujeres de la época dedicada por completo al cuidado del hogar y del bebé que estaba a punto de llegar al mundo, hecho ocurrido el día 22 de Enero de 1958, una madrugada fria, heladora del invierno madrileño.
Alberto, padre de Marita
Fué un parto largo y duro en una elitista clínica de Madrid. Después de catorce interminables horas de parto y cuando ya Teresa desfallecía, coronó la cabecita del bebé tanto tiempo deseado.
- ¡ Es una niña !, anunció la matrona a la madre semi inconsciente
La monja que la acompañaba para ayudar a la comadrona, envolvió a la pequeña en una toalla después de cortarla el cordón y se la mostró a la madre una vez la hubo limpiado con el fin de que no la causara demasiada impresión el aspecto de la recién nacida. Pesó cuatro kilos y era una niña, como todas las recién nacidas, no demasiado bonita, pero para Teresa era el bebé más lindo del mundo. Estaba peloncita y no dejaba de chuparse los puñitos. Sin duda el largo viaje de venir al mundo la había pillado sin comer y tenía hambre. Una vez la madre fué arreglada al igual que al bebe, ambas fueron trasladadas a la habitación, la nº 30 de la planta baja de la clínica.
Al cabo de los tres días tanto la mamá como el bebe fueron dadas de alta y Alberto con sus dos mujeres se trasladó al domicilio, que no estaba muy alejado de la clínica . A los ocho días de su nacimiento, fué bautizada en la parroquia de Santa Teresa y Santa Isabel, en la glorieta de Iglesia cercana al domicilio.
La impusieron el nombre de María del Carmen, coincidiendo con que dicha virgen es la patrona del barrio de Chamberí en donde vivían. Pero en casa sus padres comenzaron a llamarla Marita, y con este apelativo fué conocida por todos cuantos la trataron.
Fué una niña dócil, obediente y cariñosa. Sus padres se volcaron en darla todo cuanto se le antojara, pero a pesar de ser hija única, no fué una niña caprichosa y nunca les dió ni un sólo quebradero de cabeza.
A los cinco años comenzó a asistir al colegio. Lo tenía enfrente de su domicilio y era un afamado colegio de monjas francesas. Allí comenzó su escuela infantil hasta que a los diez años hizo su primer curso de Ingreso en bachillerato. Sor Josefina, bajita y regordeta, era la monja que la dió clases hasta el curso segundo de bachiller en que fué Sor Angela la que se encargó de instruirla hasta cuarto curso y reválida. El bachiller superior hasta octavo y reválida, fué una sucesión de monjas y profesoras cada uno de ellos para una materia distinta. La que más gracia hacía a Marita, era la profesora de latín, sin embargo la de griego le daba miedo por su rigidez.
Terminado el bachillerato con dieciocho años, los padres pensaron que ya había recibido suficiente instrucción académica, dado que entonces a las mujeres se las destinaba para casadas y entonces no precisaban más que leer, escribir y las cuatro reglas: suficiente para desenvolverse en la vida. A ella dado que en le bachiller tenía el francés como lengua extranjera, sus padres acordaron enviarla a Francia, a la casa central de la órden en donde había cursado los estudios( San Vicente de Paul). Por mucho que Marita protestó, lloró y suplicó no hubo forma de hacer desistir a Alberto de dicho empeño
- Marita, tenemos una posición muy buena, y ello requiere que seas una señorita bien educada. Solamente irás al internado durante un año para perfeccionar tu francés y luego, a tu regreso, ya veremos a ver qué hacemos contigo. Además iremos a verte en repetidas ocasiones y tú vendrás a Madrid por Navidad y en Semana Santa. Para las vacaciones de verano, ya estarás de vuelta.
Y de esta forma terminó sus estudios . A su regreso definitivo a Madrid pidió permiso a sus padres para volver al colegio, pero esta vez para yudar a las monjas en el dispensario y en el comedor que mantenían como ayuda a los necesitados.
El padre estaba remiso, no le agradaba la idea: " una chica de tu posición debe frecuentar otros lugares que la introduzcan en la sociedad a la que perteneces. Debes tener amigas de tu igual; pertenecer a algún club en el que te reúnas con chicas y chicos de tu edad, y pensar en echarte un novio de acuerdo a tu posición. Ya vas teniendo edad para pensar que no tardando mucho has de casarte. Ya tienes casi veinte años . . ."
Y tal y como lo habían proyectado, Teresa habló con una de sus amigas para que introdujera a Marita en el club al que pertenecían sus hijos Hechos los trámites oportunos, ya que la dirección del club era muy exigente con los socios que a él pertenecían, Marita entró por la puerta grande al ser hija de un importante consejero de uno de los bancos más importantes de España. Allí conoció a Luchi ( Lucía), Soquito (Socorro), Maruja ( María), a Charli ( Carlos), Bob (Roberto) y a Angel el que pasado un poco tiempo habría de convertirse en su marido.
Angel y Marita congeniaron inmediatamente, ella algo deslumbrada por la apostura del muchacho´. Él deslumbrado por la posición y el dinero de los padres de ella, a pesar que los de Angel tenían una situación muy desahogada siendo el propietario de una inmobiliaria muy de moda en Madrid por aquel entonces
A Angel le quedaba apenas un curso para terminar la carrera, al tiempo que hacía las milicias universitarias con la graduación de alférez. Aquel verano sería licenciado y por fín iniciaría el último curso de Económicas. Una vez terminada la carrera se casarían. Pertenecería a la junta directiva de la empresa de su padre y adquiriría acciones de la compañía que cotizaba en la bolsa de Madrid y cuyos beneficios eran sustanciosos. De este modo trataría de igual a igual, con Marita y su familia; nadie le echaría nunca en cara de que su posición social era de menor importancia que la de su futura esposa.
Llevaban seis meses de noviazgo y Teresa como era costumbre de la época, había comenzado la confección del ajuar de la chiquilla, es decir, lo había encargado al taller de costura y bordados del c olegio en el que había estudiado su hija. Era de muy buen ver que las monjas bordaran las sábanas, las mantelerías, etc ., en definitiva el ajuar. " Muchos bordados, filtiré en las sábanas, bodoques, vainicas, en fin , hermanas ustedes verán los bordados que aplican, pero han de ser únicos". Fueron las recomendaciones que hizo a las monjas, que sonrientes accedieron a sus deseos por tratarse de una ex alumna de la entidad.
Marita esperaba impaciente que llegase el viernes por la tarde. ´Llegaría Angel de La Granja y pasaría hasta el domingo en que regresaría de nuevo al cuartel
-¿Marita?
Al otro lado del teléfono se escuchaba la voz de su novio saludando a su prometida que al cabo de poco más de una año se convertiría en su esposa.
-Dime Angel ¿ cómo te ha ido esta semana?
- Pues mira deseando de que llegue el verano a ver si termino de una vez esta pesadez de milicias. Hay muchas formas de servir a la Patria, pero ésta no es ciertamente la más acertada. Es un rollo de los que hacen época.
- Bueno, ya te queda poco. Oye, podríamos ir mañana al cine. En el Coliseum ponen una que dicen es muy buena y se trata de un agente británico que creo se hace llamar James Bond
-Pero ¿ cómo se llama la peli?
- Creo que Gol. . . Gol. . ., hay no me sale el título, como es inglés. . . si al menos fuera francés lo sabría, pero de inglés no entiendo ni patata
- Bueno da igual, no te preocupes. Ahora lo miro en la cartelera y te digo. Tendrá que ser en la función de las cuatro porque teniendo que estár en casa a las diez, no nos da tiempo a la de las siete
-Bueno pues a las cuatro ¿ por qué no vienes y comes con nosotros ? . . . ¡ Ah, ya me acuerdo ! Goldfinger, creo que se llama así
- De todas formas dentro de un rato pasaré a buscarte para darnos una vuelta aunque sea por el barrio para que no se nos haga tarde. Tengo ganas de estar contigo. ¿ Me darás un beso hoy ?
- Angel sabes que no podemos. En la calle nos pueden poner una multa, ya lo sabes
- En el portal, cuando llegues a casa. Uno rapidito, cariño. . ., compréndelo. . . sólo puedo cogerte del brazo y yo te quiero. . Además, ¡qué caramba!, por darte un beso no vamos a ir al infierno. . .
- Mira mañana en el cine, cuando pase el acomodador, entonces
- ¿ Mañana, en la fila de los mancos ? y encima a escondidas también. Tendrías que ir a Francia, allí se besan en la calle como si tal cosa. . .
- ¡ Jesús, qué cosas dices ! Los franceses son unos libertinos. Atentan constantemente contra la moral cristiana
- Bueno, bueno, pero allí no nos pondrían una multa ni avisarían a los grises si nos pillaran besándonos. Es que no digo ir más allá. . . sólo digo be sar nos. . .
- Anda, anda. Vienes muy alborotado esta semana. Hasta luego, tengo que colgar. Mi madre va a quedar con sus amigas para la partida de cartas de la semana próxima
- Vale, vale. . . hasta luego. Como a las siete estoy allí. Muuua, y la tiró un beso por el teléfono.
Salieron por la mañana para sacar las entradas, ya que a la primera sesión acudían todas las parejas de novios y las entradas se agotaban enseguida. Después, Angel, comió en casa de Marita deprisa y corriendo para estar a la hora en punto en la puerta del cine. Les acomodaron, como era de rigor en la última fila en unas entradas en el centro de la fila. De esta manera prodrían estar más protegidos de la linterna del acomodador que constantemente recorría la sala vigilando de que a las parejas no se les "fuera las manos", de ahí que a la última fila la denominaran la de los mancos.
Después del NODO y los anuncios de los próximos estrenos, comenzó la proyección de Goldfinger y apenas comenzada , Angel se puso de lado y enlazó su mano con la de ella, esperando que el acomodador terminase de hacer su ronda. Inmediatamente después suavemente con su mano giró el rostro de ella y la beso brevemente en los labios. Fué un beso corto, rápido y temerosos de ser descubiertos. Angel sonrió satisfecho, Marita enrojeció y sentía ardor en las mejillas, cosa que no fué percibida por su novio en la oscuridad de la sala.
Pasado un rato y con las mismas precauciones volvió a repetir el movimiento, pero esta vez una mano de él se deslizó suavemente desde la garganta de Marita hasta rozar un pecho de la muchacha. Ella alarmada pegó un respingo y reclamó a su novio "que no volviera hacerlo más o se marcharía del cine en ese momento". . . El, enfadado, tomó la posición correcta y no volvieron hablar en todo el resto de película.
A la salida, Marita muy enfadada no miraba a su novio y él no entendía tanto enojo por una caricia inocente que ni siquiera había tocado su piel, ya que todo ocurrió encima de la blusa de ella.
- Es una mojigata, ¡ Menudo plan ! . Es de las que hasta no estar casada no va hacer ninguna concesión.
Hablaron poco. Entraron en Manila, en la plaza del Callao y allí tomaron unas tortitas con un café. No se dieron ninguna explicación, no hablaron de nada. Cuando hubieron terminado se levantaron y emprendieron el regreso a casa. En el portal se despidieron y Angel tomó la mano de ella para darla un beso, ya que el ambiente no estaba para bromas, y era en donde podía besarla estando en la calle
- Mañana no vendré a buscarte. Tengo exámenes en la Facultad próximamente y quiero dar un repaso. . .
- De acuerdo, no te preocupes. Y girando sus pasos, dió por terminada la salida con su novio de esa semana.
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