VIVIR LA VIDA - Capítulo 6º / SENTIR EL AMOR



La fiesta en la mesa del capitán era amena y alegre. Por suerte sus compañeros de mesa eran gente divertida, más o menos de su misma edad, libres de complejos por lo que disfrutaron plenamente de la velada. La sobremesa se prolongó hasta entrada la madrugada, mientras la orquesta en un salón vecino, desgranaba dulces melodias

-¿ Quieres bailar?, la preguntó Ricardo
-¡ Hace tanto tiempo que no lo hago. . . no sé si voy a acordarme. . .
- Yo te llevo, no te preocupes. Cuando era joven era muy bailarín. Luego poco a poco dejé de hacerlo y hoy va a ser la primera vez que lo hago en años

Guiándola por la cintura, sin apenas rozarla, la llevó hasta la pista de baile. Allí enlazados, comenzaron a bailar una melodía suave, deliciosa que ambos conocían sobradamente. Poco a poco, sin apenas darse cuenta, sus mejillas se juntaron y un escalofrío recorrió la espalda de Marita. Era algo desconocido para ella, algo que había perseguido toda su juventud, como había visto en las películas de amor protagonizadas por Cary Grant, Paul Newman, etc. . . Ricardo poco a poco subió su mano por la espalda hasta convertirlo en un sutil abrazo. Ella no lo rechazó; apartó su cara de la mejilla de él y le miró a los ojos dulcemente. Sus rostros estaban serios, pero no había tensión en ellos, muy al contrario estaban a gusto.

- ¿ Quieres salir a cubierta? Está amaneciendo y es un espectáculo muy hermoso. La dijo Ricardo


Ella aceptó y juntos se dirigieron a cubierta. Acodados en la barandilla, Ricardo se quitó la chaqueta y la puso sobre los hombros de Marita, que emprezaba a tener frio.
Ricardo dejó sus manos sobre los hombros de ella y pausadamente, con dulzura la besó, con un beso largo e intenso. Ella recostó su cabeza en el pecho de él, al tiempo que le decía

- ¡ Cuánto tiempo te he esperado ! Por fin estás aquí, conmigo. . . el amor ¡tanto tiempo buscado!. Porque lo que siento es amor y es la primera vez que vivo algo así. Nunca, nunca he amado a nadie como a tí. No importa que "mañana" ya no estés conmigo porque otra mujer ha llegado a tu vida, lo que siento ahora me compensa, porque siempre lo he buscado y no lo he encontrado hasta ahora. Y es ahora cuando estoy viviendo la vida, en este instante, aquí . . . ahora.

Ricardo la miraba emocionado sin pronunciar palabra. No podía. ¡ Cómo podía alguien hacer daño a esta personita tan dulce y deseosa de amor ! La besó nuevamente y tomándola de la mano, dijo

- Ven. . .

Y ella le siguió. No la importaba dónde, sólo que estaba con él. Ya nada importaba, sentía algo especial que la impulsaba a hacer locuras, a reir, llorar, abrazarle, besarle. . todo junto. Se encaminaron al camarote de Ricardo. Allí pasaron el comienzo del día, de un maravilloso día que había amanecido en sus vidas.

Dormida junto a Ricardo, éste contemplaba aquel rostro plácido que descansaba a su lado y pensó que nunca había amado tanto como lo había hecho a Marita. Ella se dejó llevar y recibió sus caricias y sus besos como si fuera la primera vez. Y en realidad lo era, ya que en su vida de casada, jamás había tenido un preámbulo semejante que la condujo a un mundo maravilloso hasta entonces nunca sentido. La había transportado hasta la gloria y las palabras de amor brotaban de los labios de Ricardo sin parar, y ella se entregaba y besaba sus mejillas correspondiendo a las caricias del hombre que la hacía sentirse mujer. Y recobró su juventud a pesar de tener ya la mitad de su vida hecha, pero era totalmente novata en estas lides. Al fin rendida, se durmió en los brazos del ser amado susurrando: estoy viva, estoy sintiendo la vida correr por mis venas. Gracias amor.


El resto del crucero fué más, de lo mismo. Cada noche era una fiesta para ellos, y cada día gozaban hasta del más mínimo detalle de las visitas que realizaban. Reian sin parar. Sus rostros eran la viva imagen de la felicidad. Iban permanentemente cogidos de la mano, al igual que dos adolescentes. No habían tenido ninguno de los dos, mucha fortuna en el amor cuando eran jóvenes, por eso ahora lo vivían minuto a minuto.

Los quince días del crucero tocaban a su fin; habían de regresar a casa, y fué entonces cuando Marita le propuso vivir juntos

- Mi amor, la dijo él. ¿ Estás segura ? Las críticas contra tí van a correr como reguero de pólvora. Dirán que soy un cazafortunas, especularan con nuestra relación, y de tí dirán cosas horribles . .
- A mi no me importa. Toda mi vida he buscado lo que ahora tengo y no lo voy a perder porque unas personas hipócritas vayan a murmurar. Yo sé lo que dirán; lo hicieron antes de conocerte. No me hacen falta para nada, pero tú si. . . Lo único que lamento es no haberte encontrado hace treinta años, pero todo lo que tengo ahora me compensa absolutamente de todo. Empecemos de cero: tomaremos un piso nuevo que será nuestro nidito, sólo nuestro. Sin recuerdos de otros tiempos, todo nuevo. El tuyo puede continuar como gabinete, igual que ahora, pero comenzaremos de nuevo en otro lugar. ¿ quieres bien mio?
- Eres una mimosa ¡ Cómo había de negarte nada ! Estoy de acuerdo, me parece bien.
-Bueno pues cuando lleguemos a Madrid lo buscaremos cerca del gabinete ¿ te parece?
- Hecho

Y así lo hicieron. Marita en cuanto pudo llamó a su amiga Luchi para comunicarle todo lo que de nuevo tenía en su vida

- Lo siento Marita, pero hoy no puedo ir
- ¿ Estás enferma ?
- Algo de catarro; en cuanto esté mejor me pasaré por tu casa
- Pues date prisa, nos mudamos enseguida
- Cómo nos mudamos ¿ quienes os mudáis?
- ¡ Ay Luchi, tengo tantas cosas que contarte ! Ricardo es el amor de mi vida, al fin lo encontré
- ¿ Ricardo, qué Ricardo ?
- Ricardo, el psicólogo. Nos vamos a vivir juntos
- ¿ Cómo ? Me he perdido . . . ¿ desde cuándo, cómo ha ocurrido ? . . . pero tú . . .
- Si Luchi, yo. Me he enamorado como una colegiala, y sí, nos hemos acostado y ¡Dios mio ! cómo le amo. . .
-No sé qué decirte, me dejas fria. . . Pero si ha sido así, te envidio. Has encontrado lo que tanto buscabas, yo en cambio. . .

Luchi se echó a llorar y Marita no entendía nada. Sabía que su amiga no amaba a su marido, sabía que estaba con él por el que diran. . . pero la forma de llorar . . . la hacía presentir algo raro

- Me ha pegado una brutal paliza, Marita. Ya, es lo último. . .
- ¡ Luchi ! cuánto lo siento.. . no lo esperaba. . . Tengo que verte pero no quiero ir a tu casa. Ven a la mía y me lo cuentas todo. ¡ Canalla ! Nos ponen los cuernos y encima agreden. No merecen ni nuestro cariño ni nuestra fidelidad. Anda ven ahora mismo. o nos vemos en algún sitio, lo que prefieras, pero a tu casa no puedo ir. Sé que tu marido es uno de los amigotes de mi ex y el que se encargó de difundir todo lo que dijeron de mi

Luchi no paraba de llorar y el consuelo que la dispensaba Marita, no era suficiente para calmarla. Al fin cesó el llanto y quedó en llegar a su casa al cabo de una hora.

Cuando vió a su amiga, Marita se quedó sin palabras. Tenía el labio roto y un tremendo hematoma en el rostro



- ¡ Luchi ! ¡ Dios mio ! ¿ Que te ha hecho ese canalla ? No debes volver a tu casa, denúnciale.
- Y ¿dónde voy ?
-Pues a mi casa. Con nosotros. Hay sitio de sobra. En cualquier lugar menos con ese canalla.

Luchi contó a su amiga entre sollozos el motivo por el que su marido la había agredido, y no era otro que quería irse a vivir con su amante. Al negarse ella, comenzó la paliza Primero fué un bofetón acompañado de palabras humillantes para Luchi, posteriormente otro más fuerte. Y finalmente un empujón que hizo que la mujer diera contra la pared. . . Al llegar a este punto Arreció el llanto de la mujer al revivir la escena. Marita la abrazaba y lloraba con ella.

- ¡ Qué clase de sociedad es a la que hemos pertenecido ! Y se creen seres superiores. No me interesan lo más mínimo. ¿ Qué piensas hacer?
- Pues esta mañana he sacado algún dinero del banco y estoy pensando en marcharme al extranjero durante una temporada. No me importa nada que se vaya a vivir con su querida; en definitiva ya no le quiero le odio, le odio. . .
- Bueno cálmate. Creo que es una buena idea. Pero piensa un poco porque es tan  canalla que encima te puede denunciar él por abandono del hogar. Pon una denuncia, ahora mismo. Darán una orden de alejamiento con seguridad, y por lo menos estarás a salvo. Consulta con un abogado pero que no conozca a tu marido porque ya sabes que se pondría de su parte. Recoge algunas pertenencias y dile que vas a visitar a tu madre que está enferma. No le digas que he regresado porque entonces se imaginará la verdad. Pero . . . no sé Luchi si te estoy aconsejando debidamente. Reconozco que me puede el corazón. Llamaremos a mi abogado a ver que nos dice. . .

- Mira Marita, no me importa que me denuncie por abandono del hogar, no me importa . Deseo alejarme de su lado, porque sé que lo volverá hacer. Así que haré lo que tenía pensado. Recogeré el pasaporte y me iré lejos, no sé a dónde, pero donde nunca me localice.

Y así lo hizo. Se refugió en Chile y nadie, excepto Marita, supo donde estaba. Allí conoció a un terrateniente y unieron sus vidas. Encontró la paz y el amor que le había sido negado por su marido y al igual que Marita, conoció lo que era ser amada de verdad. Nunca pudo ser localizada por Ricardo para darle noticias sobre su amiga, a pesar de que él estaba al corriente de lo ocurrido, pero ignoraba su destino.

Marita y Ricardo inauguraron su nuevo hogar y eran felices. Cada día hacían votos por amarse al siguiente todavía más. Ella se reintegró al colegio de monjas, aunque ya las que la habían conocido habían fallecido, pero si habian dejado referencias de ella, por lo que enseguida la hicieron un hueco para ayudarlas.

Ricardo gozaba de una posición desahogada. El gabinete marchaba muy bien y particularmente tenía algún pequeño capital que les permitía vivir estupendamente.
Ella era una perfecta ama de casa. Tenían una asistenta que se encargaba del orden y limpieza del hogar y era la propia Marita la que confeccionaba el menú diario. Seguían tan enamorados y nunca un cambio de criterio supuso discusión alguna. Todo lo dialogaban y eran inmensamente felices.

Un día mientras Ricardo la acariciaba antes de dormir, notó que en uno de sus pechos había un bulto duro, no muy grande, pero lo suficiente para poder percibirlo. Alarmado preguntó a Marita si se había dado cuenta de ello



- Marita. . .¿ has notado que ?. . .
- Si cariño, lo he notado y hay otra anomalía más . .
- ¿ Otra anomalía . . .? ¿ qué quieres decir ?
- No te alarmes, ya he pedido hora con el médico. Me van hacer una biopsia pasado mañana
-¿ No ibas a decirme nada? ¿ Cuál es la otra anomalía, qué ocurre? Por amor de Dios cuéntame todo
- Noté que de mi pezón salía un líquido y parece ser que eso no es normal . .

Ricardo abrazó a Marita. Estaba tremendamente asustado, pero no quería alarmarla, aunque ella sabía perfectamente a lo que se enfrentaba. No pudieron dormir en toda la noche. Permanecieron abrazados, sin hablar. Cada uno de ellos se sumergía en sus propios pensamientos. A la mañana siguiente, mientras Ricardo estaba en el gabinete, Marita acudió al notario para hacer testamento, por si acaso. . .
Estaba triste, pero resignada. Le dolía tener que renunciar a todo ahora que por fín había encontrado el verdadero amor, sublime y desinteresado. Le dolía dejar a Ricardo si la vida les planteaba su partida hacia el infinito. Le había dado todo lo mejor de ella. Le había querido con toda el alma Había encontrado una inmensa correspondencia en Ricardo y en esos dos años de convivencia, la habían compensado de todos los desaires anteriores. Lucharía con todas sus fuerzas por vencer esta dura guerra, por él, por Ricardo su gran amor. Sentía darle ese tremendo dolor si ella tenía que partir, pero no podía hacer nada más que luchar por sobrevivir

- Hoy día hay muchos adelantos con los que luchar. . ., se decía

Por la mañana muy temprano acudieron los dos al hospital en donde tenía programada la biopsia. Pero no sabrían el resultado de la misma, hasta pasados unos días. El rostro de Ricardo había cambiado tan solo en dos días; estaba tenso y sonreia con dificultad cuando Marita no estaba delante. Tenía miedo, estaba aterrado, pero también sabia que si las noticias no eran buenas, daría a su amada todo lo mejor de él. Sus noches de amor serían intensas, como si nada ocurriera. Se olvidaría del tumor y la colmaría de caricias y de bellas palabras. Le iba a ser muy difíl no aparentar preocupación, pero por ella haría cualquier cosa. Pensaba lo injusto de la vida, pero así eran las cosas. Sólo pedía a Dios, a pesar de no ser creyente, que todo fuera una falsa alarma, pero intuía que no sería así.

Marita fué introducida en el quirófano. Al despedirse fué ella la que le animó, pues Ricardo estaba derrumbado. Tardaron dos horas en volver a salir y los médicos aconsejaron que se quedara ingresada esa noche.

- Más que nada porque el reconocimiento ha sido largo y doloroso, dijo el médico a Ricardo
- ¿ Y qué opina doctor?
- Bueno hasta no tener el resultado, no sabremos nada. Pero . . . la exudación del pezón me preocupa. . . Pero no hay que adelantar acontecimientos

Ricardo lo sabía. Había buscado en Internet los síntomas del cáncer de mama, y había leido que cuando hay exudación, es muy preocupante. Le preocupaba mucho la reacción de Marita si tenían que practicarla una masectomía, porque estaba seguro que la iba a rechazar, así como la quimio y la radiología. Trataría por todos los medios por convencerla. No le importaba si perdía el cabello por la quimio, o si una tremenda cicatriz cruzaba su pecho. La quería a ella, como fuera. Primero salvar su vida; después pensarían en la reconstrucción de la mama.


No se separó de su lado. Sentado en un sillón veló su sueño cogido de su mano. Marita semi inconsciente dormia medio aletargada por el calmante que la dieron para poder dormir. Ricardo lloraba silenciosamente mirando el rostro de la mujer que amaba. No quería ni pensar si ella le faltaba. . .

Cinco días tardaron en saber el resultado. Fueron los dos juntos a la consulta del médico

- Mi amor, para lo bueno o lo malo. Estaré siempre a tu lado, estaremos juntos. Estoy seguro que si yo hubiera sido el enfermo, tú hubieras hecho lo mismo. No estamos casados, pero eres mi mujer. No hace falta firmar un papel para unirse, y nosotros nos unimos para siempre. Anda, dame un beso y vámonos que se nos hace tarde, fué lo que la dijo antes de salir para la consulta.

El resultado fué terrorífico. A Ricardo le pitaban los oidos y estaba a punto de marearse, aunque resisitió. Tenía que ser fuerte por ella. El médico dulcificó todo lo que pudo ante Marita el diagnóstico, peo él entendía " entre líneas" que era muy grave.
Con el pretexto de sacarla sangre para una analítica, el médico abiertamente dijo a Ricardo

- Lo siento, no hay nada que hacer. La metástasis ha invadido el otro pecho y se está infiltrando en los huesos. Creo que será cuestión de poco tiempo. La daremos cuidados paliativos para que no sienta dolor alguno. Lo siento muchísimo; me hubiera gustado darle otro diagnóstico. . .



- ¿ Qué voy a decirla?
- Quiérela mucho, haced vuestra vida normal mientras podáis. Dale todos los caprichos, en fin no te separes de ella. No sé qué decirte. Nunca nos acostumbramos a situaciones como éstas, a pesar de que las vemos con frecuencia, pero siempre es difícil. Estudiamos para salvar vidas y nos sentimos impotentes cuando no podemos hacerlo.

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