DESENCUENTROS - Capítulo 3º
Perla se vistió para la ocasión ... |
A la hora acordada, Jeff acudió a la cita... |
Perla se vistió para la ocasión: un sencillo vestido negro, algo escotado. Se recogió el cabello y se maquilló discretamente. Encima se pondría un ligero abrigo de entretiempo, pues ya refrescaba bastante por las noches, a juego con el vestido. Unos pendientes de fantasía y un ligero toque de su perfume preferido. Se miró al espejo sin demasiado interés.
Desde hacía mucho tiempo no salía por las noches, como no fuera con sus amigas algún sábado o vísperas de fiesta. No le apetecía y ellas no insistían, pues sabían el motivo. Esta noche era especial: debería aceptar las disculpas de aquel desconocido que desde el primer instante que le vio fue rechazado por ella. ¿ Por qué ¿ No lo sabía, era guapo, inteligente y poca cosa más sabía de él. No fue muy afortunado su primer encuentro.
-- Veremos qué tal se desarrolla la noche..
A la hora fijada sonó el timbre. Perla abrió y se encontró frente a frente con Jeff. Ambos se detuvieron por un instante mirándose mutuamente. Fue él quien rompió el silencio
-- Buenas noches Perla. ¿ Cómo estás ?
-- Hola, bien estoy bien. Adelante
Le condujo hasta el saloncito que Jeff recorrió con la mirada. Era una estancia amplia, sin lujos pero cómoda, muy funcional. Encima de una mesa destacaba el jarrón con las rosas que la había enviado y ella nuevamente le dio las gracias. Ambos estaban un poco violentos y no sabían cómo empezar una conversación. Fue Perla la que ofreció algo que tomar
--¿Quieres un whisky, café o cualquier otra cosa?
--Un whisky con hielo, por favor
Preparó la bebida para él y un Jerez para ella. Se sentó frente al escritor y aguardo a que él comenzase a hablar
-- Ante todo, dijo Jeff, debo pedirla perdón por todo el cúmulo de despropósitos que ha ocurrido con este libro. He de reconocer que tenía razón y que debí escucharla antes de recriminar nada. Quizás el estrés de ir de una lado para otro me ha jugado una mala pasado y lo pagué con usted. Tengo mucho interés en esta publicación y quiero que todo salga perfecto. Verá se trata de una parte de la vida de una persona a la que quiero mucho: mi abuelo. Es ya mayor y deseo vea el libro antes de que desaparezca.
-- Vaya. Siento que todo haya sido un malentendido por parte de ambos. ¿ De verdad es autobiográfico?
El salón era amplio y funcional, sin lujos |
-- Le cuento. Era una época de mucho idealismo. En el mundo entero se estaba fraguando algo grande y entonces se produjo la guerra civil española. La mayoría de la juventud americana se involucró en el tema , y mi abuelo a los dieciocho años se alistó como voluntario en las Brigadas Internacionales. La víspera de partir fue cuando se lo dijo a sus padres
y te puedes imaginar el revuelo que causó. Su madre llorando por un lado, su padre gritando para imponer su autoridad, pero él estaba decidido a partir hacia España, y así lo hizo. Primero llegó a Madrid y al cabo de unos meses le destinaron hacia Aragón. Se estaba preparando el asalto de posiciones por las tropas franquistas. El estaba en un pueblo llamado Belchite. Les hospedaron en casas particulares, en haciendas, en fin en donde hubiera una cama. La gente les cedía todo porque comprendían que estaban allí para ayudarles. Había un bar que también era pensión y allí conoció a Lolita. Era la hija de los dueños. Muy joven apenas tenía diecisiete años y era una promesa de mujer. Con inmensos ojos negros, de cabello rizado y con una sonrisa permanente en su infantil cara. Mi abuelo se enamoró de ella nada más verla y a ella le ocurrió lo mismo. Comenzaron a verse cada vez que alguno de ellos tenía cinco minutos libres. Pasaron unos meses y aquel juvenil amor llenaba sus vidas en tensión por la situación que se vivía en aquel lugar y en el resto del país. Empezaron a llegar noticias de que la gran batalla estaba próxima. Era cuestión de un par de días. La noche anterior a la contienda, mi abuelo tomó de la mano a su novia y se la llevó a un pajar cercano semi abandonado. Mirándola fijamente a los ojos no necesitó palabras para que ella supiera lo que él deseaba antes de partir para el frente. Fueron el uno del otro durante toda la noche; ya casi amaneciendo con las primeras luces del alba se empezaron a oir los rugidos de los motores de unos aviones que venían en dirección a Belchite. Se levantaron del camastro que les había servido de lecho y corrieron rápidamente hacia el pueblo, hacia su casa. No les dio tiempo a llegar. El ruido seco de las ametralladoras del avión les cerró el paso. Lolita exhaló un gemido y mi abuelo vió con horror como su frágil cuerpo se cubría de sangre y se desplomaba entre sus brazos. El también fue herido, pero abrazado al cuerpo inerte de la muchacha se arrodilló en el suelo clamando al cielo y maldiciendo a aquellos que habían segado la vida de su amada.
y te puedes imaginar el revuelo que causó. Su madre llorando por un lado, su padre gritando para imponer su autoridad, pero él estaba decidido a partir hacia España, y así lo hizo. Primero llegó a Madrid y al cabo de unos meses le destinaron hacia Aragón. Se estaba preparando el asalto de posiciones por las tropas franquistas. El estaba en un pueblo llamado Belchite. Les hospedaron en casas particulares, en haciendas, en fin en donde hubiera una cama. La gente les cedía todo porque comprendían que estaban allí para ayudarles. Había un bar que también era pensión y allí conoció a Lolita. Era la hija de los dueños. Muy joven apenas tenía diecisiete años y era una promesa de mujer. Con inmensos ojos negros, de cabello rizado y con una sonrisa permanente en su infantil cara. Mi abuelo se enamoró de ella nada más verla y a ella le ocurrió lo mismo. Comenzaron a verse cada vez que alguno de ellos tenía cinco minutos libres. Pasaron unos meses y aquel juvenil amor llenaba sus vidas en tensión por la situación que se vivía en aquel lugar y en el resto del país. Empezaron a llegar noticias de que la gran batalla estaba próxima. Era cuestión de un par de días. La noche anterior a la contienda, mi abuelo tomó de la mano a su novia y se la llevó a un pajar cercano semi abandonado. Mirándola fijamente a los ojos no necesitó palabras para que ella supiera lo que él deseaba antes de partir para el frente. Fueron el uno del otro durante toda la noche; ya casi amaneciendo con las primeras luces del alba se empezaron a oir los rugidos de los motores de unos aviones que venían en dirección a Belchite. Se levantaron del camastro que les había servido de lecho y corrieron rápidamente hacia el pueblo, hacia su casa. No les dio tiempo a llegar. El ruido seco de las ametralladoras del avión les cerró el paso. Lolita exhaló un gemido y mi abuelo vió con horror como su frágil cuerpo se cubría de sangre y se desplomaba entre sus brazos. El también fue herido, pero abrazado al cuerpo inerte de la muchacha se arrodilló en el suelo clamando al cielo y maldiciendo a aquellos que habían segado la vida de su amada.
Belchite, después del bombardeo |
Lolita, la chica española |
Ignora el tiempo que permaneció allí besando aquel rostro querido y mirando sus bellos ojos negros, abiertos, sin vida. Otros muchachos le recogieron a duras penas y le llevaron hasta la iglesia en donde las mujeres del lugar junto con un médico atendían a los heridos. Después de dejarle en manos de los sanitarios, volvieron a rescatar el cuerpo de ella que permanecía tendido en el suelo. El pueblo fue destruido. Mi abuelo fue repatriado, pero nunca volvió a ser el joven idealista y alegre. Tardó más de tres años en retomar su vida, y por insistencia de sus padres se casó con una chica que conocía de toda la vida. Fue franco con ella, la contó todo lo sucedido, la confesó que no estaba enamorado de ella, pero confiaba en que con el tiempo podría hacerla feliz.
Se casaron y para mi abuelo fue el día más triste de su vida. Dicen que se le vio llorar durante la ceremonia. Todos pensaban que era la emoción, porque casi nadie sabía lo ocurrido en España. Tuvieron tres hijos: dos chicos y una chica. El mayor Jeff es mi padre, el segundo es Charles que vive en Francia y la chica que se llama Lolita
-- Dolores, dijo Perla
-- No, no. Mi abuelo con el consentimiento de mi abuela bautizaron a mi tia como Lolita
Yo soy hijo único. Mi tio Charles se casó con una francesa y tiene dos hijos varones. Y mi tia Lolita tiene dos hijas que ya están casadas. Mi prima pequeña está a punto de dar a luz y la mayor tiene un crio precioso.
Prometí a mi abuelo que contaría esa parte de la historia, de su vida que nunca olvidó. Por eso es que era tan importante para mi la publicación. Le hice otra promesa que cumpliré en otro viaje que realice a este país y es localizar su tumba y depositar unas flores en ella.
Perla tenía los ojos llenos de lágrimas. Se identificaba con el dolor del abuelo, porque aunque situación diferente, pero también ella había perdido a su marido bruscamente
-- Vamos, vamos. Por favor… Si lo se no te cuento nada
--Perdona, dijo ella, necesito otra copa. ¿ Y tú?
-- Pues no me vendría mal. Son muchas emociones. ¿Sabes cómo aprendí el mal castellano que hablo? Pues de oírle contar en voz alta toda su peripecia una y otra vez. Recuerdo que a mi me subyugaba el relato y me sentaba a los pies escuchando su gran aventura de amor. Soy su nieto preferido…
Mientras ella echaba el licor en las copas, Jeff de pié recorrió con la mirada la estantería en la que estaban depositados algunos recuerdos y fotografías. Se detuvo ante una y preguntó
-- ¿ Es tu marido ¿
-- Si, respondió ella
--¿Estáis separados?
-- No. Carlos murió hace cinco años, de leucemia. Sólo llevábamos tres años de casados
-- Por Dios. Cuánto lo siento. No ha sido oportuno el relatarle la historia de mi abuelo
Ella dio un ahogado sollozo y se cubrió el rostro con las manos. La narración de Jeff y sus propios pensamientos le habían llenado de congoja. Jeff la abrazó para consolarla y extrajo de uno de sus bolsillos un pañuelo que se lo tendió a Perla para secar su llanto. Ella le agradeció la intención y le respondió
--No, no te preocupes. Estoy muy sensible y cualquier cosa me altera, pero enseguida se me pasa.
--¿Sabes qué ? Ve a retocarte el maquillaje y vámonos a la calle. A ver si con el fresco de la noche se despejan nuestras cabezas.
Salieron cabizbajos y pensativos por la situación vivida. Ya en el portal, Perla se paró y dirigiendo una mirada a Jeff, le dijo
--Gracias
-- Los amigos están para eso ¿ no crees? Y nosotros esta noche nos hemos hecho muy buenos amigos. Nos hemos confesado cosas de nuestra intimidad. Lo necesitábamos. Guardamos cosas durante demasiado tiempo que nos hacen daño.
La dio un beso en la frente y pararon un taxi que les llevaría al restaurante elegido.
A veces la vida nos plantea situaciones que nunca imaginaríamos pueden suceder en nuestras vidas. Creemos tener las riendas de nuestro destino, tenerlo todo controlado, pero cosas insignificantes detalles, sucesos inesperados, cambian toda la trayectoria que creíamos haber asegurado
En la vida nada es seguro. Todo ocurre por algún motivo, y nada podemos hacer por soslayarlo. Inexorablemente se cumplirá tarde o temprano todo lo que está escrito en nuestro rumbo. ¿Quién lo decide ? Nadie ha sabido la respuesta; los muy creyentes dicen que un Ser superior es el que rige los destinos. Los descreídos aseguran que somos nosotros mismos, pero el caso es que se dan situaciones que lo cambian todo para bien o para mal
Mientras cenaban mantenían una conversación amena. Se notaba que estaban a gusto, relajados, algo muy diferente a lo que unas horas antes había ocurrido en la editorial. Gozaban de su compañía y las risas afloraban a sus rostros con frecuencia. Jeff estaba dispuesto hacer olvidar el disgusto que Perla pasó mientras él narraba el suceso de su abuelo quería que su última noche en España fuera feliz y borrar de su cabeza todo lo pasado con la adaptación el libro
Mientras cenaban mantenían una amena y animada charla... |
--Cuando terminemos de cenar, nos vamos a bailar
--Oh no!, hace siglos que no bailo y nunca he sido una experta
--No importa. Sólo déjate llevar
¿ Por qué no se opuso? Siempre había rechazado la invitación de sus amigas cada vez que planteaban lo mismo que él estaba haciendo. No sabría decirlo; estaba a gusto con él. Por primera vez se fijo en su rostro y le pareció agradable, muy lejos de las facciones tensas que había visto en sus discusiones.
--No me puedo creer que lleguemos a ser amigos, después de todo lo ocurrido.
No se imaginaba bailando. Sintiendo los brazos de otro hombre en su cintura, otros brazos que no eran los de Carlos. No se detuvo a pensarlo más… Se dejaría llevar por los acontecimientos
Fueron a bailar. Era en su vida todo un acontecimiento. ¡ Si la vieran sus amigas ¡, seguro que no volverían hablar con ella, o quizás le dijeran “ es lo que tenías que haber hecho hace mucho tiempo”
La música era envolvente, lenta, suave, evocadora. Recostó su mejilla en la de Jeff. Él respetuoso no hizo ningún movimiento por atraerla hacia él. Se daba cuenta que ella tenía los ojos entornados porque evocaba otras vivencias, otro hombre. Lo encontró justificado y continuaron bailando.
Ya era de madrugada, pero hubieran seguido así toda la noche. Volvieron a la realidad y decidieron regresar cada uno a su domicilio. Hacía una noche de esas de las que sólo en el otoño madrileño se vive. Acodados en el Viaducto miraban en dirección a la Casa de Campo
Fueron a una de las mejores discotecas, en la que podían seguyir charlando... |
--El otoño es la mejor estación de esta ciudad, la más hermosa y romántica. Dijo Perla mirando al frente
-- Tienes razón, nunca había estado aquí en esta época. Siempre en verano y el calor que hace es sofocante. Mira al horizonte: comienza a amanecer y es lo más hermoso que he visto nunca
--Si es muy bello. Creo que debemos despedirnos; mañana sales de viaje y al menos duerme algunas horas
Acodados sobre El Viaducto vieron el amanecer madrileño |
--El viaje no es muy largo, pero tienes razón. Aún he de hacer el equipaje
--Me gustaría ir a despedirte
--¿ Por qué, te gustan las despedidas?
--No, pero vas a regresar pronto ¿ no es cierto?
--Eso espero en unos quince días estaré de vuelta. ¿Te puedo pedir un favor ?
--Claro, lo que quieras
--¿Podrías averiguar dónde está sepultada Lolita ? Se que ha pasado mucho tiempo y es difícil, pero te lo agradecería enormemente.
--¿Sabes los apellidos ?
--Si. Mi abuelo me los dio
--Bien, pues llévalos a mano y me los das en el aeropuerto. Te prometo hacer todo lo posible por realizar esa gestión a plena satisfacción. Cuando regreses y vayas a ver su tumba ¿ puedo acompañarte?
--Claro, desde luego. Va a ser una misión muy triste, pero que tengo que hacerla. Pero si eso te va a representar otro disgusto como el de esta tarde, no quiero que vengas.
--Te prometo que no. Lo de esta tarde fue producido por tu relato, mis recuerdos y la tensión que acumulamos durante días por lo del libro. Ahora todo está bien y de todo ese jaleo, ha resultado una buena amistad ¿ no te parece?
Mientras emprendían el regreso Jeff la miró y vio su rostro iluminado por las primeras luces de un nuevo día. Le pareció la muchacha más linda y más infeliz del mundo. No entendía cómo aún no había superado la muerte de su marido. Quizás estaba demasiado sola y centrada únicamente en su trabajo.
Llegaron al portal de Perla y quedaron a una hora para acompañarle al aeropuerto
-- ¿ A qué hora sale el avión ?
-- A las diez, así que debo estar allí como muy tarde a las ocho.
-- Bien, pues a las ocho estaré en el hotel, así no tendrás que ir con la maleta de arriba abajo.
-- No tengo mucho equipaje, pero te lo agradezco. Casi debíamos ponernos en movimiento ahora mismo, son ya las cinco.
--Pero estarás rendida, anda sube y descansa un rato, o mejor, no vayas a despedirme y duerme durante toda la mañana
--¿ Qué dices ? Tengo tiempo durante todo el día para dormir. Deseo acompañarte. Hasta dentro de un ratito
. Sonrió mientras se despedía acompañando un ligero beso en la mejilla de Jeff.
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