POR CASUALIDAD - Capítulo 6º / EL PASO DEL TIEMPO

Y pasó el tiempo y llegó la estación de las lluvias dos veces, pero Albert no superaba la pérdida de Karen. Veía crecer a su hijo, un niño feliz y sano con los cabellos rubios como su madre que jugueteaba con los demás niños de la aldea. Acudían a lapobre escuela a jugar. Era una especie de guardería que habían creado para que las madres no tuvieran que portarles mientras cultivaban las tierras.
Su carácter se había vuelto más taciturno e introvertido, y ni siquiera la alegría de su hijo le hacía sonreir. Acudía con frecuencia a la tumba de Karem y allí permanecía largo rato después de depositar unas humildes flores silvestres. Allí lloraba amargamente, hablaba con ella como si pudiera escucharle. Al volver a su humilde hogar era recibido por el niño que tendía sus bracitos hacia él. Le ayudaba en el cuidado de su casa una mujer que se había quedado viuda y era mayor para ir al campo. A cambio de su servicio Albert le pagaba, lo suficiente para poder vivir, por lo que ella daría la vida por el "doctorcito" que la conmovía con su infinita tristeza
Philip se ausentó durante unos días, por vacaciones, en dos ocasiones. Viajaba a Guatemala, pero nunca le contó por qué acudía en una época determinada hasta el país vec ino. Sospechaba que por medio andaban unas "faldas", pero respetaba su silencio. " Sus motivos tendrá", es lo que pensaba.
Philip seguía ocultando la presencia de Else y que era el motivo de sus visitas. Nunca encontraba el momento oportuno para contarle la presencia de la muchacha en aquellas tierras, ni a ella le comentaba tampoco la cercanía de Albert, aunque por distintos motivos. A Albert se lo ocultaba por no causarle más sufrimiento del que ya sentía, y a ella porque consideraba que la era indiferente. Aunque algún día debería decírselo, pero ¿cuándo ?
A Albert la ausencia de su amigo se le hacía interminable. Philip le comprendía, había participado de su dolor y aunque nunca hablaban de ello, sabía que contaba con él. Por fin llegó el día del regreso del amigo y se sintió "casi" feliz con ello.
Tomó a su hijo en brazos y besándo su sonrosada mejilla le anunció
- ¿ Sabes Freddy? hoy llega tio Philip. .


Freddy
.
El niño palmoteó contento repitiendo el nombre del que consideraba su tio, ya que no conocía otra familia. La llegada de Philip supuso todo un acontecimiento en la monotonía del trabajo diario.
Unos días antes de su regreso, Philip decidió hablar con Else. La muchacha estaba completamente volcada en su trabajo. Contaba con los donativos de sus padres y algunos más que había conseguido. Pudieron construir un pabellón para hospital y otro para escuela. Sentados ante una taza de café decidió abordar el tema


- Else, tengo algo que decirte que desde hace tiempo debí hacerlo, pero dudé si obraba correctamente, pero creo que ha llegado el momento. Mi compañero de trabajo es Albert. . .
- ¿ Albert, mi Albert?
- Si, el mismo
- Y ¿ por qué no me has hablado antes de él ? ¿ Cómo está ?
- Pues francamente no muy bien. Pero no sólo de él quería hablarte. . . ¿ Qué has hecho para lograr todo lo que aquí has conseguido ?
- Fué fácil. Hablé con mis padres, escribí alguna carta a gente conocida, y se rascaron los bolsillos
- Verás. Nosotros estamos en un poblado muy pobre. Me gustaría que alguna vez fueses a visitarnos y comprobaras sobre el terreno lo que te estoy contando. Tenemos un barracón por dispensario y un cobertizo al aire libre como escuela. En la época de lluvias los niños nos pueden ir a clase porque el agua entra por todos sitios.
Me gustaría hallar el modo de poder hacer lo que tú has hecho aquí
- No te preocupes. Hablaré con mi Organización y veré el modo de tener un tiempo libre y visitaros y a sí poder informar a ver si podemos integraros en nuestras ayudas. Y ahora cuéntame algo de Albert
Por la forma de expresarse, Philip dedujo que ella no estaba interesada anímicamente en Albert, sino que guardaba un buen recuerdo de él. Estaba remiso a contarle su historia, y se la ocultó. En definitiva era algo que no le correspondía desvelar lo ocurrido en la vida de Albert.
Al despedirse, quedaron en que le comunicaría lo más pronto posible el resultado de las gestiones que iba a realizar acerca de lo solicitado por Philip. Tras un largo abrazo le vió partir de nuevo, como otras tantas veces. Pero no olvidó el encargo de su amigo y rápidamente se puso a hacer gestiones con sus jefes y con sus padres
- Else te estás pasando . . . le dijo su padre
- Papá estas personas necesitan nuestra ayuda. Esos niños tienen que aprender lo más básico, al menos. Philip me ha pintado un panorama desolador. No puedo mantenerme al margen; una cosa es venir de vacaciones y otra el d´ñia a día con ellos
- Bueno veré qué puedo hacer
- Sólo te pido que dupliques tu donativo . . . al menos hasta que los pabellones estén listos. Luego ya veremos. Anda papuchi. . .
Else sabía cómo conquistar a su padre con cuatro carantoñas. Ella era la " niña " de sus ojos y la tenía lejos, muy lejos y pasaba mucho tiempo hasta que ellos viajaban o ella volvía a Nueva York. Elsa sabía que podía contar con el donativo paterno. Ahora debía conseguir el permiso de la Organización para ausentarse y viajar a El Salvador.. La organización, una vez expuestos los planteamientos, la concedió el permiso, pero antes debía de hacer el recorrido por la zona, es decir su trabajo.
Contenta por el éxito conseguido escribió una larga carta a Philip detallándole todas sus gestiones y le dió una fecha aproximada de su visita.
Esa noche, mientras hacían sobremesa ante una taza de café, Philip comunicó a Albert
la ayuda solicitada para la construcción del dispensario y de la escuela
- Creo que podremos realizarlo. A quién se lo pedí es una persona influyente cuya familia está bien de dinero. De hecho a ella la donaron "pasta" para poder hacer lo mismo que nosotros pretendemos. Me gustaría que vieras lo que han logrado; Dspués de construir el dispensario y la escuela,. de ladrillo, con el sobrante han hecho un barracón para meter al ganado en época de lluvia, de esa manera les pueden alimentar y están guarecidos. Desde entonces no hgan perdido ningún animal
- Eso sería estupendo, contestó Albert. Debe ser una buena persona y sensible con las necesidades ajenas
- Si, lo es. Podía tener una vida sin problemas en la gran ciudad, y sin embargo no la im porta llenarse de barro recorriendo los poblados repartiendo las ayudas.
- ¿ Es la persona que te escribe ?
- Si, es ella
- Estas enamorado ¿verdad ?
- Naturalmente que no, pero la quiero como si fuera de mi familia. Hace mucho tiempo que la conozco, desde la Universidad
Philip dejó caer algunas pistas, por si Albert se imaginaba de quién se trataba y de esa manera aliviarse de guardar el secreto guardado durante tanto tiempo. Pero Albert ajeno a todo le dió por respuesta
- Tienes suerte de contar con amigos como ella, pero yo estoy muy cansado y me voy a dormir. Mañana toca revisiones médicas de otras aldeas y sabe Dios la cantidad de personas que vendrán. Iré a ver al niño y me acuesto, y tú haz lo mismo. El viaje es largo y pesado. Hasta mañana. . . ¡ ah ! y bienvenido. No sabes cuánto te he echado de menos.
Philip sonriendo correspondió a su saludo con " hasta mañana, que descanses " Transcurrieron como tres meses y una mañana recibió Philip una carta de Else en la que le anunciaba su inminente llegada. Iría a recogerla a San Salvador y en coche se trasladarían hasta el poblado. A Albert le comunicó la llegada de su amiga y en ningún momento hizo mención a Else .
Philip se puso en camino rumbo a la capital para recoger a su amiga. Albert iría por unos días al poblado vecino, pues tenía una mujer a punto de dar a luz y era un parto difícil. Pernoctaría allí por si surgieran complicaciones. No quería tener problemas a última hora. Regresaría una vez hubiese atendido a la madre y al niño.
- María, cuida de mi pequeño hasta mi regreso
- No tenga cuidado, doctorcito, sabe que quiero a ese niño. No se apure, vaya tranquilo.
Albert emprendió el viaje al poblado cercano. Philip llegó a la capital. Al día siguiente , lo haría Else con la delegación que valoraría la ayuda que c oncedería la Organización si la creyera oportuna
Transcurrieron dos días hasta que Albert llegase al anochecer. Else estaba en la guardería jugando con los niños. La delegación que acompañó a Else había hecho su valoración y había continuado viaje, por tanto el poblado seguía con su vida cotidiana. Oyó el ruido de un motor, ella salió portando un niño en brazos. Sentía curiosidad por volver a ver a Albert y su vista no podía causarle más impresión. En nada rec ordaba a aquel muchacho alegre y decidido que la cortejara. Ahora era un hombre con un semblante triste y desaliñado. Regresaba de un largo y agotador viaje, no obstante le dió pena el rictus de amargura que mostraba su rostro.
El la vió sin dar crédito a lo que sus ojos veian. Else estaba allí con un niño en los brazos. Nunca se hubiera imaginado una imagen de ella semejante, ni hubiera imaginado que la cooperante de la que tanto hablaba Philip, fuese ella

- ¡ Hola, Albert !
- ¿ Qué haces aqui ?, fué todo el saludo que recibió de él
- ¿ Cómo que hago aqui? ¿Acaso no te dijo Philip que llegaba ?
- Me habló de la delegación, pero nunca mencionó tu nombre
- ¿Cómo estás ?
-Pues mira suc io, maloliente y cansado, muy cansado. Perdona, voy a ver a mi hijo
- ¿ Tienes un hijo , estás casado ?
La mirada de Albert fué tan penetrante y furibunda, que Else no acertó a decir ninguna otra palabra
- No quiero hablar de eso. Repito, voy a ver a mi hijo. Y dando media vuelta, la dió la espalda entrando en el barracón
Al ver a su padre Freddy corrió a abrazarle con la mejor de sus sonrisas. Else miraba la escena estupefacta.
- Debí imaginar que ese niño rubio sería hijo de alguno de ellos. Si Philip no me dijo nada . . . sin duda debía ser de Albert . . .
Con el niño en brazos se dirigió a su bungalow. Dejó al niño en el suelo encargando a María que cuidara de él, mientras se daba una ducha. La impresión de volver a ver a Else le había dejado frio, no se había alegrado al verla. Permanecía indiferente, Se preguntaba ¿ reperesenta algo para él ?y la respuesta que se dió fue un no rotundo.

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