COMO TE QUISE TE QUIERO- Capítulo 7º / Se cayó la venda ( 1996celta )


La situación era violenta, ninguno de los dos se atrevía a decir algo con lo que pudieran romper el hielo. Alberto miraba a su mujer como si fuera la primera vez que la viera, sus sentimientos hacia ella seguían intactos. No importaba el tiempo transcurrido, ni la ofensa, ni nada que ella le hubiera podido hacer. No dió ningún paso hacia ella. Ignoraba los sentimientos de Almudena respecto a él y no quería presionarla. Ella le miró fijamente sin decir nada. Se dió la vuelta ocultando la congoja que atenazaba su garganta. No quería llorar delante de él, secó las lágrimas y se giró para mirarle de frente
-Tengo que pedirte perdón por todo lo ocurrido, por todo el sufrimiento que hayas podido pasar. Quiero que sepas que estoy muy arrepentida de lo que te dije y te hice aquella aciaga noche, la que hubiera debido ser la más feliz de mi vida ¿ En qué demonios estaba pensando ? Estuve ciega durante mucho tiempo, tenía en mi mente una figura totalmente idealizada. Estuve enamorada de “ mi príncipe azul “ y resultó ser un “sapo “. Es un ser egoísta engreído, estúpido que después de casarse ha sido capaz de abandonar a su mujer y sus hijos, por ganar renombre en Madrid. Se me cayó la venda que tenía en los ojos, pero ya era demasiado tarde. No sabía ni tu dirección, ni dónde estabas ni siquiera sabía tu teléfono. De haberlo sabido te hubiera pedido perdón antes. Ahora todo está solucionado. Yo llevaré esta culpa toda mi vida. Lo que deseo es que por fin recobres la paz que te he robado, y que algún día encuentres la mujer que te mereces y formes una familia que te haga feliz, porque te lo mereces. Eres un buen hombre, honrado, educado, paciente. . .
En fin, ahora aspiro a que me perdones y me olvides, que olvides esa etapa tremenda de tu vida .
Almudena rompió en un llanto suave pero desgarrador. Alberto la miraba sin entender muy bien que significaban las palabras de ella. O mejor dicho, no quería entenderlas; no quería hacerse ilusiones. ¿ Por qué la desilusión de ella, qué le había ocurrido para desengañarse de esa forma?

-Anda, cálmate. Lo pasado, pasado está y no se puede dar marcha atrás. Explícame que te pasó para pensar de que Luis era el ser más perfecto, al más ruin. Si quieres explicármelo, claro.
Almudena relató con todo lujo de detalles su encuentro con el abogado en un día lluvioso. Detalló la forma ruin de su proceder queriendo ligar con ella, a pesar de haber dejado a su mujer con un hijo de corta edad y otro que venía en camino.

-Pude haber sido yo… Si ha sido capaz de hacérselo a su esposa, hubiera podido hacérmelo a mí. ¡ Por ganar prestigio ¡ abandona a su familia sin importarle absolutamente nada. Sabía que era un Don Juan, y me trajo por la calle de la amargura dándome celos cuando éramos unos críos, pero nunca le creí capaz de tener tanta ambición. Yo le había dedicado mi adolescencia y había perdido por él al hombre que verdaderamente me amaba y en media hora que estuvimos en aquella cafetería, ví cómo era en realidad. Estuve ¡ tan ciega ¡ Yo tan ecuánime me volví totalmente estúpida y perdí mi sentido común por tratar de que se enamorase de mi Esas personas son tan egoístas que sólo se quieren a sí mismos.
-No te sientas culpable, no eras tú la egoísta. Cuando uno se enamora ves por los ojos de la persona que amas y haces infinitas locuras que nunca sospecharías ibas hacer.
 
-Si, pero eso no es excusa para mi estupidez. De nuevo te pido perdón; me porté fatal contigo y te hice daño, mucho daño, por eso yo soy tan culpable como él
 
-Yo también te pido perdón. No debí marcharme de tu lado. Te había prometido paciencia y tiempo, pero lo hice mientras estábamos solteros. Te respeté hasta el último momento y soñaba con nuestra noche de bodas, por eso mi reacción fue tan nefasta. Esperaba otra cosa, había estado soñando con aquel momento desde que te conocí. Me sentí ¡ tan fracasado ¡, pero eso ya no tiene arreglo. No nos torturemos más, porque los dos lo hicimos muy mal

Almudena rompió a llorar, pero esta vez era un llanto convulso, desgarrador y no cesaba de pedirle perdón
-Ven aquí, ven aquí- le dijo Alberto

La abrazó y con una mano la daba golpecitos suaves en la cabeza para tratar de calmarla. Ella reclinó su cabeza en el pecho de él y con sus manos se aferraba fuertemente a la chaqueta de Alberto, nerviosa, desesperada y sin consuelo. El percibía el perfume que normalmente ella usaba y de nuevo le envolvió la ternura que sentía por ella. Tomó su rostro entre sus manos mirándola a los ojos y secando las lágrimas que corrían sin cesar por sus mejillas. Besó sus labios con suavidad y unas palabras largamente esperadas por Almudena brotaron de sus labios
Al día siguiente se levantaron muy contentos. Por fín habían solucionado todos sus problemas, había sido una mala pesadilla. Mientras desayunaban felices, se acariciaban, se besaban, se tomaban de las manos. Tenían que recuperar el tiempo perdido. Era veintirés de Diciembre, y entonces acordaron reunir a toda la familia, a los padres de ambos y anunciarles la buena nueva. Serían las Navidades más felices de sus vidas


Alegres y nerviosos se dirigieron a unos grandes almacenes para efectuar las compras de Navidad y los regalos que habrían de hacer a sus respectivos familiares. Eran felices, inmensamente felices y sus risas eran abiertas sinceras. Celebraron la Nochebuena todos juntos.

Almudena no estaba dispuesta a volver a separarse de su marido y el primer día en que acudió al trabajo presentó su dimisión, aunque tuvo que esperar a que encontraran una substituta. Alberto hubo de marcharse después del día último del año.

-Mi amor, sólo serán unos pocos días para volver a estar juntos- repetía Alberto a Almudena al despedirse en el aeropuerto.

-Un sólo día es una eternidad, Alberto. No tardaré ni veintucatro horas en estar allí en cuanto solucione lo del trabajo.

Y así fué. En menos de un mes Almudena estaba frente a su marido en Estados Unidos. Vivirían allí hasta que él terminara sus estudios. Regresarían a España y trabajaría en un hospital, tendría una consulta y vivirian felices.

Junio empezaba a ser algo caluroso en Madrid cuando estaban de regreso dos años después . Decidieron buscar una vivienda más grande que el piso en el que vivían cuando se casaron. Almudena estaba embarazada y pronto en ese hogar las risas infantiles resonarían como música celestial. Alberto adoraba a los niños, y poco a poco se iban cumpliendo todas sus ilusiones: tenía la mujer de sus sueños y para las Navidades próximas, serían uno más en la familia, y nació un niño precioso y dos años más tarde tuvieron una niña.


Pasaron los años. Almudena no volvió a trabajar. Alberto además de la consulta daba clases en la Facultad de Medicina. Tenía un gran renombre en su especialidad,  e instruia a sus alumnos en la práctica de las intervenciones por laparoscopia que ya eran bastante frecuentes en España.

Los chicos crecieron rápido. Raúl, su primer hijo quiso ser médico como el padre y el abuelo y cuando terminó la carrera en España, se trasladó a Estados Unidos para ampliar sus conocimientos. No quiso ser ginecóloco. Su especialidad fué la Oncología. Allí conoció a una chica americana, con los cabellos rubios como el oro de la que se había enamorado y con quién pensaba casarse en cuanto terminara su especialidad. Isabel, la hija, decidió estudiar psicología infantil y ya estaba en el último año de carrera

Esperaban la llamada de los chicos para saber las notas de los exámenes el día que Almudena vió en el periódico la defunción de Luis

Almudena y Alberto eran ya cincuentones pero no se habían vuelto a separar nunca más y seguían tan enamorados como cuando eran jóvenes. Raúl esperaría a que su padre llegase de la consulta para llamar por teléfono y anunciarles el sexo de su primer hijo. Se había quedado en América y se había casado con la chica rubia de cabellos de oro a la que adoraba. Iban a tener su primer hijo y ese día le harían una ecografía a su mujer para saber si iba ser niño o niña. Almudena estaba loca de contenta y Alberto muy emocionado

Isabel vivía en pareja con un compañero de gabinete, y aunque eran muy felices y se amaban decidieron esperar a casarse y tener hijos hasta que tuvieran más rendimiento en el despacho.

Cuando regresaron del cementerio, Alberto acariciando la mejilla de su mujer, le dijo

-Mi amor, han pasado los años muy pronto, pero he sido tan feliz, me has hecho tan feliz que no descartaría de lo pasado ni un ápice. Por doloroso que fuera , no cambiaría nada. La vida ha sido generosa con nosotros, hemos creado una familia, vamos a ser abuelos, y nuestros hijos aman a sus parejas, y nosottros...

-Nosotros estamos juntos, siempre lo estaremos. Yo no podría vivir sin ti. Has sido el hombre, el amor de mi vida. He sentido unos celos horribles de las alumnas de la Facultad porque sé que había alguna que coqueteaba contigo, y es que¡ eres tan guapo!

-Ninguna, óyeme bien, ninguna podría ocupar el lugar que tú has ocupado en mi vida. Cada día desde que estamos juntos, te he querido más y cuando ya no creia que mi amor podía aumentar, cuando me despertaba por las mañanas y te veia durmiendo a mi lado sentía que mi corazón se desbordaba y volvía a tener la misma fuerza para quererte y desearte como cuando éramos jóvenes. Te lo repito no cambiaría nada de lo vivido.

Albertto besó a su mujer y Almudena le devolvió el beso, únicamente interrumpido por la entrada de Celia para anunciarles que la comida estaba dispuesta. Como dos adolescentes se ruborizaron y reían felices

En voz baja Alberto dijo a su mujer

-Después de comer, nos echamos una siesta.... al tiempo que le guiñaba un ojo.
-Calla, calla...fué la respuesta de ella apoyando su cabeza en el hombro del marido
                                               

                                                           F    I    N   


                                                   

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