COMO TE QUISE TE QUIERO- Capítulo 3º / El principio (1996celta)

Almudena sabía que no estaba obrando correctamente, pero sentía tanta rabia, tanta tristeza contenida,  que era incapaz de reflexionar sobre lo que estaba a punto de hacer. Entró en los servicios de la cafetería y extrajo de su bolso la polvera de maquillaje y la barra de labios. Se retocó y peinó su cabello, Se perfumó y salió de la cafetería dirigiéndose a su trabajo. Era tarde; se había entretenido demasiado.

-Perdón por llegar tarde-  dijo a su padre y mirando a Alberto, esbozó una ligera sonrisa.
-Vamos, hija. Tenemos muchas pacientes y se te ocurre llegar tarde. Anda ponte el uniforme y haz pasar a la primera señora
-Enseguida, papá

Estaba especialmente simpática, y ella en situación normal, lo era, pero la simpatía esta vez no iba dirigida a las pacientes sino que sutilmente se lo dedicaba a Alberto. Él estaba extrañado porque habitualmente era cortante con él, pero hoy...

-¿Qué la ocurrirá?- pensó para sus adentros.

Alberto

Alberto había terminado su carrera de medicina y se había especializado en ginecología y obstetricia en homenaje a su madre. Era hijo de soltera, criado por su madre y su abuela que trabajaron incansablemente para darle unos estudios. Pertenecían a la clase media, pero aunque no tenían apuros económicos, tampoco les sobraba el dinero. La madre era enfermera y perdió la cabeza con un médico que al saber que estaba embarazada la abandonó para casarse con la hija del director del hospital en el que ambos trabajaban.

Alberto era un buen muchacho que no desperdició ni un minuto de esfuerzo para compensar a las mujeres que habían supeditado sus vidas a las de él. Admiraba a las mujeres, sobretodo a las madres. Conocedor por su profesión de los cambios profundos que el organismo de la mujer sufre con un embarazo, las admiraba y deseaba ayudarlas en tan difícil trance,  como es el parir a un ser humano. No había tenido novia, no tenía tiempo para enamorarse, pero al conocer a la hija de su jefe, todos los esquemas que había trazado se le rompieron. Era un muchacho tímido e inexperto y tenía poca experiencia en el trato con las mujeres.

Se le iban los ojos cada vez que Almudena entraba en la consulta

-Espero tener valor algún día de invitarla a cenar...o al teatro..o a ..¿ a qué se les invita en estos casos ?

La consulta se había llenado del perfume de la muchacha, pero era uno de esos días en que la consulta estaba a rebosar. Habían muchas mujeres a punto de dar a luz y los reconocimientos eran más exhaustivos. Por fin llegó la hora de salir
-Papá, hoy voy a dar una vuelta. No iré directamente a casa
-Bueno, pero avisa a mamá. Yo tengo guardia. Ya has visto que por lo menos tendremos tres partos.
-Alberto ¿también hará guardia?
-Él quiere quedarse, así que me imagino que si. Además le viene muy bien para su experiencia. Ya pronto habrá convocatoria para la plaza de MIR en La Paz y seguro que la saca.
-En ese caso, yo también me quedo. A mi también me vendrá bien la experiencia y así os ayudo ¿Qué te parece?
-No habrá horas extras, no hay dinero para tanto, lo sabes ¿no?, en ese caso si te quedas avisa a tu madre
-¡ Papá ! sabes que no me importa ayudarte, me quedo encantada. Ahora aviso a mamá que no nos espere.

En ese momento se abrió la puerta dando paso a Alberto que venía quitándose la bata de la consulta.

-Dr. Costa, si no le importa iré a la cafetería a comer algo antes de comenzar la guardia, ya que la noche va a ser movidita.
-Ve Alberto. Yo aún no tengo apetito, iré más tarde. Cuando tenía vuestros años comía hasta las piedras, pero hoy estoy preocupado con Mª Pilar. Mucho me temo que tendremos cesárea a la vista
-Si, yo también lo creo. La criatura no ha cambiado de postura en todos estos días y ya hasta está dilatada.Menos mal que la hemos ingresado, de esta forma estaremos al tanto.
-Prepararos para intervenir en cuanto cambien el turno. No conseguimos nada que esté sufriendo y corramos riesgos inútiles
-¿Qué nos preparemos, se queda acaso alguien más?
-Si, mi hija se ha ofrecido para ayudarnos
-Bien-  exclamó Alberto agradeciéndole su ayuda con una sonrisa que desarmó a Almudena

Algo en su interior se removía. Sabía que él era noble y abnegado, que no tenía la culpa de lo que el bastardo de Luis le hubiera hecho, pero...Tenía que sacar fuera la decepción que sentía

-Por otro lado, Alberto es muy guapo y educado, bastante más que el engreido ese.. No será una tarea difícil, es muy agradable.... y muy tímido...- pensó para sus adentros Almudena

-¿Quieres cenar conmigo?.

   Alberto se admiraba de haber formulado esa pregunta a Almudena. La hizo mirándola fijamente a la cara y temiendo que se le notara demasiado que estaba loco por ella.

" La ocasión la pintan calva...".  Es lo que pensó Almudena y fijó sus ojos en él. Esbozó la sonrisa más encantadora que tenía y aceptó de inmediato. Sentados en una mesa pidieron un bistec con patatas fritas y ensalada. Un café cargado fué su postre.

-¿ Por qué elegiste ginecología ?- le preguntó Almudena

-Se lo debía a mi madre. Os admiro. admiro a las mujeres y admiro el sacrificio que tenéis que hacer para llevar a buen puerto un embarazo, sobretodo si eres soltera en un pais en que está considerado como una vergüenza y tenéis que esconderos, cuando es lo más maravilloso que puede sentir un ser humano...

Y poco a poco, sin pensarlo,  Alberto narró toda su vida junto a las mujeres más importantes de ella. Almudena le escuchó sin pestañear y poco a poco se fué disipando el sentimiento vengador hacia Alberto. Su figura se agigantó de repente y le admiró desde el fondo de su alma. Admiró las dificultades que habían tenido que superar su madre y su abuela para que él estudiase una carrera tan larga y difícil como la de ser médico. Entonces se fijó en su rostro, en sus ojos que hablaban sinceramente frente a frente y pensó que no era justo lo que le iba hacer. Sería su amiga y nada más. Quizá una buena amiga, pero a él le gustaba Almudena y eso ella no había tenido parte en ello. Trataría de que las cosas no se salieran de madre; no le daría pié para que se hiciese ilusiones. Es todo cuanto podía hacer.

Y la noche fué intensa y larga. Efectivamente hubo cesárea y Almudena fué la encargada de recoger a la criatura y llevarla hasta el pediatra que debería examinar a la pequeña, porque era una niña preciosa. Almudena, quizá porque ese día era de especial sensibilidad para ella, se emocionó al tener en sus brazos a la pequeñina y sin darse cuenta miró hacia Alberto que la contemplaba con admiración al ver los sentimientos que ella expresaba al tener el bebe en brazos.



-¿Te das cuenta? sólo una mujer es capaz de emocionarse con el nacimiento de un niño, aunque no sea su hijo. Por eso os admiro. Los hombres no os sabemos apreciar, no señor. - fué el comentario de Alberto

Almudena sonrió agradecida a las hermosas palabras que él la dirigió. Era un buen hombre, sensible y cariñoso. El doctor Costa les miraba no entendiendo muy bien lo que les ocurria a quellos dos jovenes. No era la primera vez que Alberto y Almudena habían asistido a un parto y por eso les preguntó

-Y a vosotros ¿ qué os pasa? Vamos Alberto hay que terminar de arreglar a Mª Pilar. Su familia está deseosa de verla y a la niña. Rosalía en cuanto el doctor termine de examinarla llevenla con su padre que estará con los nervios a flor de piel ahí fuera y en cuanto vuelva en sí, trasladar a la madre hasta la habitación-  fue la indicación que hizo a la enfermera de turno,  el doctor Costa
 
Alberto se derrumbó en una silla quitándose el uniforme de quirófano mientras Almudena hacía lo mismo.
 
--Ha sido una noche intensa ¿ no te parece?
- Si, Alberto pero muy hermosa. Hemos ayudado a que esa niña venga a este mundo áspero, ingrato y despiadado. No sé qué me pasa...- fué todo lo que pudo decir antes de echarse a llorar
-Eh, eh,..

   Alberto se levantó de la silla y arropó con sus brazos a Almudena. Le daban ganas de abrazarla y besarla y decirla lo que sentía por ella, pero no pudo. No en aquel momento.

Almudena en la actualidad

Alberto en la actualidad

Almudena oyó el ruido que produce la llave al entrar en la cerradura. La voz de su marido retumbó en todo el vestíbulo

- Ya estoy en casa. Cariño ¿ dónde estás?. Celia ¿no está mi mujer?
-Si señor, ha llegado hace poco de la calle. Debe estar en su gabinete. La encuentro muy rara...dice que tiene jaqueca, pero no sé...
-Voy a verla. Gracias Celia.

Alberto soltó su maletín y se dirigió en busca de su mujer. Hoy llegaba muy contento. Era jefe de ginecología y había tenido un parto muy difícil, pero todo había salido finalmente bien.

-Almudena, mi vida ¿te encuentras bien? ¿ Los chicos están bien ?
-Hola cariño, si estoy bien y los chicos también. Precisamente Isabel llamó esta mañana para dar los resultados de los exámenes. Ha sacado nueve en bioquímica
-Excelente y Raúl ¿ no ha llamado ?
-No, quedó en llamar por la noche para hablar contigo. Tengo que contarte algo. Siéntate, por favor. No, enfrente no.A mi lado, te necesito cerca.
-¿Qué pasa? me preocupas. ¿Estás enferma?

Almudena le tendió el periódico por la página de la defunción de Luis. Alberto lo recogió y leyó despacio la nota de sociedad

-Oh, mi amor. Lo siento, lo siento mucho
-No Alberto. Estoy apenada simplemente porque con él se va una parte de mi vida, de mi juventud y me duele que algo tan importante como fué para mi, se haya ido sin siquiera tener la voluntad de una buena amistad. Nunca te oculté nada. Supiste desde el primer día mi decepción por él, pero tú has sido lo más importante, bueno y maravilloso que me ha ocurrido. Sabes que no estaba enamorada de ti cuando nos casamos, pero poco a poco con tu cariño y tu paciencia me ganaste y,  le pido a Dios que cuando llegue la hora de la gran partida, sea yo la primera, pues no podríia vivir sin ti. Nunca me abandones...,  nunca.

Alberto la abrazó fuertemente sin pronunciar palabra. Sabía lo que Luis había representado para ella, pero también sabia que ella le amaba más que a nadie y que su matrimonio era feliz, aunque habían tenido que salvar muchos obstáculos. Ella lo era todo para él , y había esperado durante mucho tiempo que ella se diera cuenta que siempre le tendría a su lado.

-Alberto, deseo ir a su entierro. Se realizará mañana en San Justo. Quiero que lo sepas. Solamente me mueve el recuerdo de mi adolescencia, pero puedo asegurarte que de quién estoy enamorada es de ti. Tú supiste enamorarme y curar las heridas que él me causó. Pero mañana será el final de todo; se habrá cerrado una página de mi vida, pero continúa, a mi lado, siempre, siempre.

Le tomó la cara con sus manos y le besó. Alberto la abrazó y besó repetidamente sus mejillas.

- Iremos, mi amor. Iré contigo.Siempre estaré a tu lado, nunca te dejaré sola. ¿ A qué hora será el sepelio?
-A las once sale del Tanatorio
-Muy bien, pues allí estaremos para darle el último adiós. Te quiero, te quiero. Eres lo más importante de mi vida, eres mi prioridad. ¿ Lo sabes, no?
-Si cariño, lo sé. Bueno ahora vamos a comer. Celia te ha hecho tu comida preferida. Si fuera más joven hasta tendría celos de ella. Te mima mucho, y es que¡ eres tan guapo !. ¿ Sabes lo que me dijo un día tu enfermera? Que tenías una paciente que iba a la consulta frecuentemente porque estaba coladita por tí.
-¡ Qué barbaridad !Tú y mi enfermera sois un par de cotillas y de bobas
-¿ Por qué te has puesto colorado? ¡Es verdad... es verdad!
-Anda, anda. Pasa y vamos al comedor,  celosilla,. Nunca creí que diría esa palabra

Alberto la dió un leve azotito en el culete y tomando por la cintura a su mujer, riendo,  fueron hasta el comedor.

Sacramental de San Justo



Decidieron ir directamente al cementerio, y allí estaban los dos,  cuando la comitiva llegó. En primer lugar iba su mujer toda vestida de negro y dos chicos de aproximadamente veintitantos o treinta años. De porte regio,  como correspondía a la clase social que pertenecían, aunque el origen de su posición por parte de padre, no fuera todo lo honorable que era de desear. Montseny padre se decía que había hecho el dinero por sacarlo de los presos rojos que estaban en prisión y ninguno de ellos consiguió salir en libertad. Almudena sacudió la cabeza para alejar de su mente esos pensamientos. Su mirada se centraba en el ataud que encerraba el cuerpo del hombre que había amado. Cuando la tierra golpeaba secamente la caja. Almudena metió la mano en el bolsillo y sacó el camafeo. Se acercó a la esposa que lloraba desconsoladamente y al darle el pésame, depositó en su mano el regalo que Luis le hiciera el día que la besó por vez primera. En su cabeza retumbó la frase que dijera uno de los protagonistas de la película " "Como te quise,  te quiero", pero era curioso que la voz que ella oia era la de Luis y no la del actor. Hecho esto ambos esposos cogidos de la mano salieron de la Sacramental. Alberto apretaba la mano de Almudena. Quería que ella supiera que lo comprendía, que no estaba celoso, porque al final fué él quién la consiguió y se unió a ella en feliz matrimonio...


SEGUNDA PARTE: En el principio....Alberto y Almudena

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