LA ULTIMA DANZA ( Basado en hechos reales)

DEDICATORIA:  Para aquellos,  cuyas ilusiones se vieron frustradas por un hecho fortuito.
 
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Nuestra protagonista, apenas tenía cinco años, cuando su madre la llevó a un cine de barrio en donde proyectaban" Las zapatillas rojas".  Fue una absoluta seducción la que experimentó al ver a Moira Shearer, con aquellas zapatillas, ejecutando primorosamente su danza. Quizá fuera el color poco usual en el ballet, o la danza en si, pero algo en su mente infantil se abría paso:  ser bailarina.
 
 
 
Desde muy pequeña, le bastaba escuchar una canción para comenzar a mover su pequeño cuerpo, y sonreír, jaleada por el rostro amable de su madre, que daba palmadas para  animar a su hija.  Simulaba delante de un espejo, las posturas que veía a los bailarines .  Alzaba sus bracitos y hacía girar sus manecitas para acompañar el ritmo flamenco que sonaba en la guitarra de algún "tocaor".    El que más la emocionaba era, Narciso Yepes en su interpretación a guitarra y orquesta, de su pieza favorita de Albéniz:  Asturias.
 
 
 
" Yo quiero ser bailarina", anunciaba a su padre, que la miraba y sonreía, sin hacerla demasiado caso, mientras él plasmaba algún paisaje sobre el bastidor que descansaba en el caballete.
 
El tiempo pasaba y se convirtió en una espigada jovencita , de brazos largos y cabeza adecuada para ser pareja de bailarin.  Su cuerpo delgado se cimbreaba al compás y,  ponía todo su sentimiento en ello.  Como premio  a ser buena estudiante, su padre la prometió inscribirla en el Real Conservatorio, pero no consiguió plaza.  Para no defraudarla, fue inscrita en una academia particular, en cuyas paredes había fotografías de los bailarines más afamados que habían pasado por sus aulas.  Pilar López, Rosario, Antonio, Mariemma, etc.
 
Pilar López
 
Pilar López
 
Mariemma
 
Mariemma
Rosario y Antonio
 
Antonio

 
 
 
Antes de comenzar su calentamiento, la gustaba contemplar aquellas imágenes sonrientes, que la incitaban a bailar, a bailar... Y hasta parecía la dijeran " no ceses en tu empeño, lucha hasta conseguir tus sueños"
 
Día tras día, durante años, estudió los bailes clásicos españoles: Albéniz, Falla, Granados...   En vista de su entusiasmo y después de algunas actuaciones en festivales en teatro, su padre siempre vigilante, hacía que tuviera los pies en el suelo:  " no te vas a dedicar a esto", la repetía.  Y es que en aquella época, estaba muy mal visto ser artista, máxime de cine o teatro.   En las restantes ramas del arte, no había problema, pero en los anteriormente citados, se cometían fechorías, sobretodo con los que empezaban,  y tenían ganas de triunfo.
 
 
 
 
Siempre tuvo esa espada de Damocles sobre su cabeza; conocía la firmeza de carácter de su padre y no terminaba de ver con buenos ojos que su hija anduviera  en la Farándula.
 
En un casting con Rosario, la aconsejó que aprendiera flamenco, y a ello se dedicó en alma y vida.  Seguía estudiando, sin fallos, pues sabía que si no aprobaba, sería de inmediato retirada de su gran pasión: la danza.
 
 
 
Obtuvo su carnet de profesional, examinándose en un teatro a los dieciséis años .  El día que la dieron ese aprobado, fue uno de los más felices de su vida. Pero, a pesar de que la salían algunos contratos, sus padres no lo veían claro, porque la principal cláusula  es  no pagar los gastos de desplazamiento de su acompañante:  tendría que viajar ella sola, corriendo el riesgo, harto frecuente en aquellos años en tourneé, dejar tirada a la compañía sin abonar el salario que habían firmado en contrato.   A sus  pocos años, sin experiencia, y sin haberse separado nunca de su familia, hacia que su padre rechazara la contratación, con la indudable decepción de la chiquilla que veía desvanecerse, una y otra vez sus sueños de siempre.
 
 
 
En vista de que el panorama en la forma de trabajar de los agentes teatrales, no era plenamente satisfactorio, el padre tomó la drástica determinación de suspender definitivamente su aprendizaje.  Fue un drama cuando la comunicaron que, " a partir de esa fecha cesaba automáticamente de acudir a la academia, y renunciara a su idea de ser bailarina". 
 
No podía creérselo.... En el fondo ella siempre creyó que podría doblegar la voluntad de sus padres, pero no fue así.  Al verla que había perdido todo su entusiasmo, cedieron a que continuara en la academia, pero sólo para " matar el gusanillo".  En su interior se avivó una pequeña luz de esperanza, pero el destino se alió con su familia, cerrando para siempre esa posibilidad
 
No tenía esperanzas de ser bailarina; conocía la firme decisión paterna, pero al menos podría seguir bailando, aunque fuese en la academia. 
 
Fue un día en que llegó temprano.  Así podría dedicar más tiempo para hacer barra, que normalmente era de una hora.  Estaba a punto de concluir su entrenamiento antes de empezar con las clases, cuando decidió hacer un destaque más alto que los acostumbrados.  Una posición del pié mal puesto, un chasquido en la rodilla que hizo que perdiera la visión durante unos segundos, y un fuerte dolor que la hizo caer sobre el tobillo que descansaba en el suelo.  Un fuerte dolor la hizo dar un grito, al que acudieron tanto la profesora como sus compañeras para ayudar a levantarla.  Ella no podía hacerlo.
 
 
 
Inmediatamente la profesora avisó a sus padres que fueron a recogerla y llevarla al médico.  El traumatólogo después de examinarla, fue contundente: " tiene una luxación en el tobillo, sin importancia, pero se ha roto el menisco"
 
En la actualidad es algo que carece de importancia y se soluciona con cirugía, entonces también, pero te imposibilitaba para desarrollar cualquier actividad que requiriese algo de esfuerzo.  Recuerda que la llamaban la enfermedad de los futbolistas, ya que esas lesiones eran frecuentes, y hacía que se retiraran del deporte.
 
Unos grandes lagrimones resbalaban por su cara, ante el anuncio del médico.  Sabía que su última ilusión se había desvanecido.  Ni siquiera podría ir a la academia. 
 
Con la rehabilitación durante largo tiempo, con las cremas recetadas para ello, se recobró a la perfección.  Incluso el médico se asombró de que con esa lesión, aún pudiera bailar, pero...  Fue lo último que sus padres necesitaban para quitarla de la cabeza, definitivamente , su sueño tan largamente acariciado.
 
Al regresar a casa, después de la última consulta médica, sentada en el sofá entre su padre y su madre, la hablaron con toda claridad. " sabemos que habías depositado todas tus ilusiones en ello, pero no puede ser y has de abandonar toda esperanza de volver a bailar.  Deberás centrarte en tus estudios, elegir lo que quieras ser, excepto artista, claro, y siempre contarás con nuestro apoyo"
 
- Disculpadme - dijo a sus padres, saliendo de la habitación rota en llanto
 
Después de pasar esa noche en vela, había tomado una decisión de la que nunca se volvería atrás: " si no quieren que baile, no lo volveré hacer,  jamás"
 
Y cumplió su promesa.  Por mucho que la insistieran en las fiestas familiares, prefería pasar por engreída o antipática, antes de bailar para hacer las delicias de los asistentes.
 
Llena de pena compró una gran caja de cartón y lentamente, como despidiéndose de ellos, procedió a embalar sus trajes de baile, sus zapatos, unas maravillosas zapatillas de media punta de color rojo, las partituras de su repertorio, las castañuelas, los crótalos, el abanico, el mantón, las peinetas, y hasta unas flores artificiales que se ponía en el pelo para bailar...  Lo hacía despacio, besando cada uno de esos objetos que habían constituido su ilusión.
 
 
 
 
 
 
 
 
Andando el tiempo, se hizo mayor, se enamoró, se casó, fue madre... pero nunca volvió a bailar, por mucho que su marido insistiera para que lo hiciera alguna vez para él.
 
Tuvo dos hijas a las que no enseñó a bailar.  Ya es abuela, y alguna vez da unos pasos junto a sus nietas, que la miran cuando lo hace sonrientes, como si no creyeran que puede dar unos pasos de baile..
 
Sus dos nietas  adoran bailar, aunque no es el mismo que ella aprendió, pero lo hacen bien, e incluso el chico tiene muy buen sentido del ritmo.  Las chicas van a una academia, cuyo examen final tuvo lugar la semana pasada, con nota de sobresaliente.  A pesar de que les guste, tienen muy claro,  porque sus padres así si lo han dicho, que no serán bailarinas si antes no terminan los estudios que ellas elijan, pero primero estudiar.
 
En la actualidad ha vuelto a una academia de baile,  aunque sólo va por distraerse junto a sus amigas.  Al principio de acudir a sus clases, fue muy frustrante para ella.  En su memoria lo tenía todo grabado, pero sus pies iban  por otro lado.   Se le habían olvidado muchos pasos.   No la importa, tan solo aspira a pasárselo bien y disfrutar con ello.  Pero aún recuerda aquellos años infantiles en que bailar constituía todo su mundo.
 
 
 
Cómo influye en nosotros algún hecho vivido en la niñez, y la repercusión  en el futuro de nuestras vidas.

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