Nadie hablará de mi cuando ya no esté- Capítulo 15º / Distanciamiento


Aguardaba en la sala de pasajeros, la hora de partir rumbo a España.  Consultó su reloj y comprobó que era factible hablar con el señor McLochlainn.  Anderson  no estaría, y creia debía una explicación al anciano señor que tan cariñoso había sido con ella.  No le gustaba mentirle, pero qué otra cosa podía hacer.  No le diría que su hijo le había poco menos que insultado, y que esta vez no lo iba a consentir.  Desde la noche de su pelea, habían transcurrido unas horas, las justas para arreglar su pasaje.  No le había vuelto a ver,  ni hablar,  tal y como se sentía, prefería que no se dirigiera a ella, pues no estaba segura de poder evitar una nueva pelea

- Señor McLochlainn, buenos días. Soy Adela
- Pero hija ¿ qué te ha ocurrido? ¿ Te encuentras bien ?  Te he echado de menos
- Verá, señor.  He recibido noticias de mi familia.  He de regresar a casa rápidamente
-¡ Oh Dios mio ! ¿ Están tus padres bien ?
- Pues la verdad es que no.  Mi madre está enferma y he de regresar.  Le volveré a llamar cuando llegue a Madrid
- Claro, claro.  No te preocupes ¿ Anderson lo sabe ?
- Si, ya he hablado con él.  Ahora debo dejarle, me llaman para embarcar. Cuídese mucho. Le llamaré pronto
- Adiós hija.  Deseo que todo salga bien, y no te olvides de este viejo. Adiós

Desconectó su móvil con un nudo en la garganta.  Había tomado cariño al anciano.  Le veía tan triste y solitario, que la conmovía profundamente.  Le producía desazón el haber terminado de esta forma con la amistad de Anderson.  No le volvería a ver. ¿ Sería esta la señal para encauzar de una vez  el rumbo de su vida ?

Al cabo de tres horas, aterrizaba en Madrid.  Nadie le aguardaba en el aeropuerto.  Ni siquiera sus padres conocían su llegada.  Sin duda sería una gran sorpresa para ellos, y con esa excusa justificaría el no haberles avisado.



Como suponía, la alegría de su madre fue grande , tras abrir la puerta y ver a su hija ante ella.  Ambas mujeres se abrazaron largamente

- Mi niña, mi niña.  Llamaré a papa inmediatamente. Pero dime ¿ cómo es que regresas tan inesperadamente ?
- Mamá, llevo fuera varios días, y yo ya no era necesaria allí.  Ellos deben proseguir su vida con normalidad.  He sentido dejar al señor McLochlainn, pero por su bien, debía hacerlo.  Cuanto más lo retrasase, peor.  Debe enfrentarse a su vida sin ella, y cuanto más lo demore será peor.
- Ven... mientras deshaces el equipaje, llamaré a papa
- Me pondré y charlaré con él un ratito.  Yo también estoy muy contenta de estar nuevamente en casa.

Habló largamente con su padre. Cuando se quedó sola en su habitación con la excusa de deshacer el equipaje, decidió llamar a Escocia como había prometido al señor McLochlainn.

- Buenas tardes señor, soy Adela.  Como le prometí he llamado cuando ya he llegado a casa. Todo está bajo control, no esté preocupado
- Me alegro mucho, hija. Le diré a Anderson cuando llegue, que ya estás en casa
- Mejor no le diga nada. Ya le llamaré yo. Deseo darle una sorpresa
- Como quieras. Cuídate mucho y cuida de tu madre. ¿ Te veremos por aquí?
- No lo sé, señor. Tengo que organizar mis estudios y no tendré tanto tiempo libre
- Bueno nadie mejor que tu sabe lo que te conviene. Cuidate mucho y no te olvides de nosotros.
- Adiós señor.  Hasta otro día.  Prometo que le llamaré
- Adiós hija.

Cuando llegó Anderson por la noche, el padre le notó malhumorado, pero creyó se debía a complicaciones en el trabajo

- ¿ Va todo bien, hijo ?
- Si papa.  No te preocupes, todo sigue su curso
-He echado de menos a la pequeña española. Me distraia mucho.  La voy a extrañar
- Es mejor así papa. Tenemos que valernos por nosotros mismos. Las cosas, desgraciadamente no van a cambiar.  Hemos de acostumbrarnos. Su estancia aquí sólo ha sido un paréntesis
-  ¿Os pasa algo?
- No ¿ por qué lo dices ?
- Te noto raro.  Me extraña la frialdad con que hablas. Parecía que os llevabais bien
- Y nos llevamos.  No te preocupes.  Ella debía regresar, solo es eso.  Yo también la echaré de menos, pero es mejor así.

Pero esa noche no hubo sobremesa, no tuvieron la tertulia a la que acostumbraban a disfrutar durante el tiempo que Adela permaneció con ellos.

Ya en su habitación, Anderson descolgó el teléfono.  Le dolia que hubieran terminado de mala manera.  En el fondo esperaba que ella no se fuera, pero se fue rápidamente y no había tenido siquiera, ocasión de disculparse.  En definitiva se trataba de algo personal y no debería haberla juzgado tan duramente, ella no había interferido en el matrimonio de su hermano, y éste ni siquiera se había percatado de lo que sentía por él.  Eran celos los que le hicieron decir cosas que fueron injustas.  La llamaría y la pediría perdón.  Miró el reloj y comprobó que en España aún era temprano.  Decidido tomó su móvil y tecleó el número de Adela

Adela sintió la vibración del teléfono, y miró a ver quién la llamaba.  Aún no había contactado con su amiga.  A ella no la mentiría conocedora de toda la verdad, pero tampoco tenía ánimos para escuchar su reprimenda que seguramente la daría.  Observó el nombre a quién correspondía la llamada, y respondió



- ¿ Si ?
- Adela, soy Anderson
- Ya lo sé ¿ Qué quieres, tu padre está bien?
- Si, si, está perfectamente. Te echa de menos...
- Lo siento, dale recuerdos de mi parte
- Espera, no cuelgues.  Llamo para disculparme. No debí hablarte en esos términos, en definitiva se trata de tu vida.  No debí inmiscuirme. Estuve grosero... ¿ podrás perdonarme ?

Transucrrió un largo silencio al otro lado de la línea

- Oye ¿ estás ahi ?- la dijo Anderson
- Si aquí estoy. Efectivamente, estuviste grosero, impertinente y maleducado.  Me atribuiste algo que no soy.  Te disculpo, pero preferiría que no volvieras a llamar.  Nos hemos engañado durante todo este tiempo.  Hemos creido que había química entre nosotros, pero la realidad, es que no hay ni la más mínima complicidad.  Te quedaría muy agradecida si me dejaras en paz.  Creo que nuestra amistad es imposible.  Hay cosas que duelen mucho.  Yo te tenía gran aprecio, pero ahora ya no.  Y dicho esto, te deseo lo mejor Anderson. Adiós

Y colgó el teléfono sin dar tiempo a que él la respondiera.


El se quedó mirando al aparato como si pudiera cobrar vida. No le había dado tiempo siquiera a insistir en su disculpa

- Ahora si que la has hecho buena, estúpido- se decía así mismo.- Por querer arreglarlo lo has estropeado aún más.  Ella no quiere saber nada de ti. ¿ Cómo es posible que hayas sido tan torpe? ¿¿Qué esperabas que ella te hablara como si tal cosa?  Poco menos que la llamaste fulana, y sabes mejor que nadie que no lo es.

Se pasó la mano por los cabellos y se tumbo en su cama. Sentía una profunda desilusión. Sabía que además era terca y que cuando tomaba una decisión, no había nada,  ni nadie que la hiciera retroceder.  Se sentía atrapado.  En otras circunstancias hubiera puesto tierra de por medio con algún viaje, pero ahora no podía dejar a su padre solo, al menos hasta que no transcurriera algo de tiempo y se hiciera a la idea de que su madre no volvería.  No se había dado cuenta de ello mientras ella estuvo aquí ayudando a su padre a superar la pérdida de su mujer, pero también le ayudó a él, descargándole, al menos durante unas horas, de la responsabilidad de cuidar del anciano.   De nada servía recurrir a su hermano. Bastante tenía con atender sus obligaciones políticas, y además la llegada de su hijo no tardaría. No a él no podía decirle nada.  Seguiría ocupándose de todo como lo había hecho hasta ahora.  Hasta su memoria, llegó un rostro femenino, que sin darse cuenta  tomaba cuerpo.  Le parecía egoísta por su parte acordarse ahora de  Sara.  No la quería como ella deseaba, no albergaba ningún sentimiento emocional hacia ella, y le parecía ruin recurrir a su compañía en estos momentos. ¿ Por qué lo hacia entonces?  ¿ Se daba cuenta de lo que eso representaba?  Ella le quería, de eso no tenía duda, pero él... no.  No en el sentido que la chica deseaba.  Desechó la idea de su cabeza inmediatamente.  Seguirían como hasta ahora: siendo simplemente amigos. Reconoció en su fuero interno que lo hacía como venganza y rabia hacia Adela, hacia su contundente rechazo.  No tenía idea de lo que él sentía por ella, pero ¿ cómo decirla nada si le había pedido que nunca se acordara de ella?

Llevaba dos días en Madrid, cuando Adela decidió llamar a su amiga Clara.  La alegria de la muchcacha fué grande al saber que su compañera y amiga, había vuelto a casa.  Decidieron verse cuanto antes, y quedaron para esa tarde en una cafetería.  Tenian muchas cosas que contarse.  Adela estaba muy emocionada, de voler a ver a su amiga y confidente, su fiel amiga.  Siempre la daba buenos consejos, aunque ella, en la mayoría de las ocasiones no los seguía.

-¡ Adela !
- ¡ Oh Clara! qué ganas tenia de verte



Ambas chicas se fundieron en un fuerte abrazo.  Hacía tiempo que no se veian.  Se sentaron en una mesa algo alejada del resto de las existentes en el local.  Querían tener intimidad para poder contarse sus confidencias.

- Dime, Adela ¿ Hay alguna novedad ?
- No... claro que no. He permanecido una corta temporada en Inverness. La madre de Aleck falleció y su hermano me lo comunicó.  Viaje hasta allí por si podía ayudar
- ¿ Y ?
- Pues nada....  Aleck va a ser papa y con su hermano... no nos llevamos bien. Y eso es todo
- ¿ Cómo que no te llevas bien ?  Creo que hay algo que no me estás contando. ¿ Qué sentiste al ver de nuevo a Aleck?
- Me impactó, pero no tanto como yo creia.  Creo que poco a poco, estoy pasando página
- ¿ Y el hermano ? Es bastante atractivo  ¿ no te gusta ?
- Claro que no.  Además hemos terminado riñendo.
- ¿ Qué ha pasado ?

Adela relató a su amiga todo lo ocurrido con Anderson.  Ella la escuchó con atención, y durante unos instantes guardó silencio cuando Adela terminó su relato.  Después con calma, la dijo

- Creo que a ese chico le gustas. Esos reproches que te hizo, fueron por celos, y francamente no me extraña que estuviera cabreado. Era la segunda vez que el hermanito le hacía la faena
- No debes decir eso. Aleck nunca me dió la más mínima esperanza de nada. Pasaba de mi olímpicamente, ni se daba cuenta de que existía.  Fui yo la tonta del siglo que me encapriché de él.  Pero no me gustó en la forma que me riñó.  No es mi novio ni nada parecido.  No debió reprocharme nada, porque nada hay que reprochar.  Yo jamás me insinué con su hermano, y tu lo sabes
- ¡ Claro que lo se ! ¿ Cuántas veces te he aconsejado que te echaras un novio ?...¿ Y en qué habéis quedado?
- En nada. Definitivamente le he mandado a hacer gárgaras
- ¿ Qué dices? De verdad que no te entiendo ¿ Le has despedido?
- ¡ Pero si no me ha dicho nada ! ¿ Qué querías que hiciera ? Me estaba insultando ¿ qué habrías hecho tu ?
- Pues no lo sé.  Posiblemente me hubiera comportado igual que tu..., pero no hubiera cerrado todas las puertas.  ¿ Cómo dices que se llama ?
- Anderson, se llama Anderson
- Bueno, pues Anderson es un chico majo, interesante. ¿ Y dices que no vas a volver a verle ?
- Si eso he dicho.  Me pone enferma sólo pensar en él
- Lástima.  Creo que has perdido la oportunidad de sacurdirte de encima de una vez al tal Aleck.
- ¡ Clara ! yo nunca le he tenido encima
- Te lo digo en sentido figurado, mujer.  No te tomes las cosas tan a pecho. Creo que deberías tender un puente, pero... En definitiva a ti ¿ te gusta, si o no ?
- No, no me gusta..., aunque reconozco que es resultón, Tiene buen tipo, es simpático, y cariñoso...
- Ya..., pero claro no te gusta.  Seguro que ni siquiera te has fijado en él.
- No seas pesada.  No no me he fijado en él en ese sentido, pero claro tengo ojos en la cara...
- ¿ Sabes lo que yo haría?
- Seguro que cualquier cosa.  Eres muy atrevida
- Con la excusa de hablar con el padre, llamaría a una hora en que él estuviera en casa.  Al menos tendrías la oportunidad de que fuera él, quién atendiera el teléfono.  Le saludaría y suavizaría la tensión.  Con un par de esas ocasiones le tendrías comiendo de tu mano
- Te he dicho que no me gusta..., pero también es cierto que me desagrada la situación que se ha creado
- Bueno, pues por eso.  Estás pesarosa de haber roto tan bruscamente como lo has hecho, pues rectifica algo.  En definitiva fuiste tú la que le pediste que no te volviera a molestar. Chica, hablando se entiende la gente. Yo lo haría. Sabes que siempre estoy de tu parte, y ahora también.

Al despedirse de su amiga, y mientras caminaba en dirección a su casa, recordó mentalmente cada minuto de la conversación mantenida con Clara.  Sonreia suavemente evocando el carácter tan vivo de su amiga y a su memoria llegó el consejo de ella : " tiende puentes"...

- Pero yo no necesito tender puentes. No me interesa en lo más mínimo. Bah, olvídate de ello Adela.  Clara es Clara y tiene una particular forma de ver las cosas.



Transcurrieron varios dias sin verse con su amiga. Clara " tonteaba con un chico ".  Ella no terminaba de encontrar su lugar en el mundo.  ¿ Por qué la era tan difícil situarse en la vida?  Quizá en la universidad conociera a alguien que la hiciera sentir algo que la hiciera vibrar,y no sentirse tan vacía y anodina.

No había vuelto a pensar en Anderson.  Llamaba de vez en cuando a su padre, en horas en que él no estuviera en casa. Tampoco él había vuelto a hacer ningún intento por congraciarse con ella.  Y en cierto modo ésto la irritaba, aunque comprendía que con la despedida que habían tenido, Anderson no hiciera nada por  recobrar la amistad perdida.

El tiempo pasó y llegaron las navidades.  Acudió con Clara a efectuar las compras de los regalos para sus padres y amistades con las que tenía algún compromiso.  Mario, había entrado en su vida, lentamente, sin apenas darse cuenta.  Le había conocido en clase de Humanidades, pues esa era la disciplina que había elegido.  Era simpático, educado y no mal parecido.  Comenzaron a salir juntos y poco a poco se afianzaba su amistad.  Para Mario, miraba algo que regalarle en el departamento de caballeros de los grandes almacenes.  Clara la indicaba billeteros, cinturones, bufandas...  pero nada era de su agrado

- No se, Clara.  No le conozco lo suficiente para saber más cosas de él, y un cinturón, o un billetero... me parece que es muy socorrido, demasiado corriente en los regalos para hombre. Buscaba algo distinto.
- Pero  ¿ qué le puedes regalar a un hombre ?
- Miraré en la sección de música o en librería.  Si al menos conociera alguno de sus autores preferidos... Decidido: un libro.  Bajemos hasta la primera planta.  Allí pediré consejo a quién nos atienda
- Vale...  Oye y decídete.  Me duelen los pies muchísimo.  Llevamos toda la tarde dando vueltas, y aquí hace un calor horrible con el abrigo. Vamos al menos a la cafetería.  Nos tomamos un café y de paso descansamos un poquito, por favor
- Clara, eres una pesada.  Cuando eres tu la indecisa, yo no protesto.  Pero me parece bien.  Tomemos un café

Entraron en el ascensor y ascendieron hasta la planta sexta .  La cafetería estaba llena y esperaron pacientemente en la fila a que les llegase el turno para acceder a una mesa.  Al cabo de unos diez minutos se encontraban pidiendo la merienda al camarero que las atendía.

Adela repasaba con la miraba el entorno de la cafetería, mientras Clara comentaba la cantidad de gente que había en este tipo de establecimientos durante las próximas fiestas que se avecinaban

- Odio las navidades.  Son una lata.  Todo está lleno de gente.   Comidas con los compañeros, o con la familia...  cuando en realidad lo que te apetece es disfrutar de tus vacaciones tranquilamente, en casa, con un buen libro, con unas zapatillas calentitas y con un chándal cómodo.  Por cierto, no te he comentado, Carlos desea presentarme a sus padres...  Adela... ¿  estás aquí ?...
- ¿ Qué me dices ?  Perdona no te escuchaba
- Es igual...  no era importante...
- No de verdad. Me he distraido porque he visto a alguien que me resulta familiar
- Bueno...  te decía que Carlos quiere presentarme a sus padres
- Eso es fantástico ¿ no ?
- La verdad es que si.  Carlos me gusta mucho, pero creo que es un poco pronto.  Hace poco que nos conocemos
- Oye Adela, si no te interesa mi conversación dímelo y me callo
- Perdona nuevamente. ¿Ves la chica del sueter rojo, la que está sentada junto a la ventana que tenemos detrás nuestra?
- Si ¿ la del gorrito de lana ?
- La misma. ¡ Pero no mires tan descarada !
- ¿ Por qué ?  Estoy dando una pasada alrededor... ¿ Qué pasa con ella? Es muy guapa
- Es la chica que salia con Anderson
- ¿ No vas a saludarla ?
- ¿ Te has vuelto loca ?  Ni se me ocurre

En ese momento, una alta figura masculina, se acercaba hasta la chica del sueter rojo y besaba su mejilla.  No escuchaba lo que la decía. Le parecía que la pedía disculpas por su tardanza, pero fué entonces cuando él se despojó de su gorra, cuando dejó al descubierto un cabello color rojizo, que la era sumamente familiar.  El color huyó de su rostro

- Adela ¿ qué te ocurre? ¿ Estás bien ?







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