Nadie hablará de mi cuando ya no esté / PROLOGO ( 1996celtarosafermu)
Al bajar del avión en Edimburgo, los señores de Montoro
buscaron un taxi y dieron al chófer la dirección del internado, en el que
habría de vivir durante un año su hija Adela.
Era una jovencita de dieciséis años, rebelde ,
independiente, e hija única.
Durante el
último curso en el instituto madrileño en el que se educaba, los tutores se habían visto obligados a llamar a sus padres y ponerles al corriente de lo que estaba ocurriendo. Había bajado su
rendimiento. ´Primero hablaron con la chica, pero en vista de que la situación seguía igual se decidieron a llamarles.
- Si no
cambias de actitud, nos veremos obligados a meterte en un colegio interna. Pero
¿ qué te pasa? Ya no eres una cria para comportarte de esa manera
-
Sencillamente, mamá, no me gusta estudiar. No quiero seguir estudiando.
Terminaré el bachiller y después buscaré trabajo
- ¡ Jesús
bendito ¡… ¡ Qué sarta de disparates dices ¡
Terminarás el bachiller, el Cou y
después irás a la universidad. No hay más que hablar. Y da gracias que tu padre
no conoce tu forma de pensar, porque de lo contrario, puedo asegurarte que terminarías
este curso en cualquier lugar del extranjero..., en algún colegio interna. Allí te
meterán en cintura. Tienes demasiada
libertad. Yo te he dado demasiada libertad
- Pero eso
no es justo. Vais hacerme estudiar algo que no me gusta
- ¿ Puedo
saber qué es lo que te gusta ¿
- No lo sé,
mamá, por eso es que no quiero seguir. Sería una pérdida de tiempo y de dinero
- Tú no te
preocupes, por eso. Encárgate de estudiar. Ese es tu trabajo y tu
obligación. No sé de qué te quejas.
Entras y sales cada vez que te viene en gana, gastas en meriendas con tus amigas
y te compramos todos los caprichos que deseas
. -¡ Ay, mamá
¡ no entiendes nada
- No tendrás
alguna amiga que te esté llenando la cabeza de pájaros ¿ verdad ¿
- Nooo. ¡
Qué cosas dices ¡ Tengo mi propia
personalidad. No necesito que alguien m influya en mis decisiones
- Bueno,
hemos terminado. Porque esta conversación no nos lleva a ninguna parte. Eres
tozuda y no te vienes a razones. He dicho que tienes que estudiar, y tienes que
estudiar. Vas hacer que me vea obligada a hablar con tu padre. Te doy de plazo hasta la próxima evaluación.
Si persistes en tus extrañas ideas, atente a las consecuencias.
La familia
Montoro, don Alvaro, dña. Eugenia y Adela, pertenecían a la clase media alta, bastante acomodada, tanto social como económicamente. Alvaro había trabajado duramente hasta
conseguir el puesto de director gerente de unos laboratorios farmacéuticos
multinacionales, en su delegación en España.
De joven había sido un chico trabajador y estudioso , del que sus padres
estaban muy orgullosos. Entró en esos
laboratorios como químico investigador, y fue escalando peldaño, tras peldaño,
hasta llegar al puesto de responsabilidad que en la actualidad desempeñaba.
Eugenia, al contrario que su marido, había
terminado sus estudios y no trabajó, ya que su familia muy tradicional,
conservaba la creencia que una señorita de su posición no debía hacerlo. En una reunión entre jóvenes en casa de una
amiga, conoció a Álvaro, y el flechazo fue a primera vista. Dos años más tarde se casaban y un año
después nacía Adela. Todo totalmente
normal en las familias de su status.
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